Les cuesta trabajo llamarlo por su nombre: Sevilla Atlético Club. Siempre que se refieren a él, lo hacen como Sevilla B, o averigüe usted qué improperio se les puede ocurrir.
El caso es que el beticismo, harto de tener que mirar hacia arriba con prismáticos, a ese universo blanquirrojo que todo les inunda, y que todo les invade, ponían este enésimo proyecto en liza para hacer posible poder mirar hacia abajo, en esta ocasión, estando por encima del Sevilla FC en la clasificación liguera de la temporada. Algunas voces de verdes auguraban nuevas situaciones, cambios de ciclo, con la esperanza de que estas cosas deben ir por barrios, incluso otros espejos en los que mirarse, poniendo como referencia al Atlético de Madrid, como bien dijo su presidente, Haro.
No solo no lo están consiguiendo, sino que además se ve ven obligados a mirar hacia abajo también, pero por otros motivos, ya que un tiburón llamado Sevilla Atlético Club, nada en aguas turbulentas, casi en jurisdicción propia, con la intención de merendárselos más temprano que tarde. El fantasma del descenso en un equipo, que posee el doble récord de haber sido el que más veces ha estado como farolillo rojo, (para colmo es rojo), y ser el equipo de Primera División que más veces ha descendido a la categoría de plata, debería aparecer en el libro Guinness.
Pero ahora, en esa pirueta imposible para rizar el rizo, se le pone más difícil, con la posibilidad de descender, algo que no les sería extraño, pero en esta ocasión con el Sevilla Atlético Club que a buen seguro se mantendrá en la categoría de plata la temporada que viene, ya que actualmente está haciendo un papel espectacular, siendo segundo clasificado.
Cuando te dicen que tu espejo es el Atlético de Madrid, y efectivamente era un atlético frente al que tendrías que mirarte, pero en realidad no era ese, sino el Atlético filial del Sevilla, debe ser algo así como que te auto-invites a una fiesta, y cuando acudas te envíen de una patada a las cocinas a servir los canapés. Y claro, el debate cruento se abre en el sevillismo como si de una cuestión de Estado se tratase.
Si ocurriese, ¿dónde deberían jugar el derbi sevillano ambos equipos? ¿En el Viejo Nervión, o en el Ramón Sánchez-Pizjuán? Algunos se postulan para que jueguen en el campo siete de la Ciudad deportiva, por eso de que está más cerca del otro centro comercial, para que no pierdan la costumbre de decirlo, pero siendo esta una opción minoritaria, sería poner en un brete al sevillsmo, ya que de ser en el Viejo Nervión, solo 8000 privilegiados podrían asistir a tan magno evento de humillación. Pero si se jugase en el Ramón Sánchez-Pizjuán, la humillación sería pelín menor, aunque, por otro lado, 43.000 sonrisas no nos la quita nadie, y no nos la quitan para toda la vida. Difícil decisión del Consejo de Administración del Sevilla FC, que deberá hilar muy fino.
No se escandalicen los señores béticos que lean esto, si fuese al revés, elevarían el acto de humillación a la enésima potencia, incluso podría decirse que el sevillismo actúa piadosamente y con caballerosidad comparado con lo que ellos harían.
Dicho lo cual, es posible que alguien esté pensando que estamos vendiendo la piel del oso antes de cazarlo. Simplemente decirles que no, que ya está cazado, que por el simple hecho de meterles este temor en el cuerpo, ya merece la pena disfrutar de esta temporada, que además de los éxitos propios, nos ofrece en esta ocasión, (y en otras muchas anteriormente), esa guinda del pastel ajena que nos hace cada año más felices.
Y la clave está en ese miedo. El miedo en el beticismo es clave en el transcurrir de la historia, por la sencilla razón de que sus peores pesadillas, las del monstruo blanquirrojo, siempre se hacen realidad. Recordamos ese acto de fe sevillista inquebrantable en aquella eliminatoria europea en la que se veían ganadores, en la que el miedo a perder les llevó a ello.
El sevillismo solo debe tener fe, desearlo y hacerles tener miedo. Sabe que los verá tarde o temprano disputándoles tres puntos al Sevilla Atlético para sobrevivir, a la clasificación, y a su propio orgullo, y rezar porque el filial sevillista no les gane para mayor deshonra. La piraña salta para pegar bocado, la víctima salta al unísono y encoge las piernas, la pesadilla en el bético está servida, solo falta que se cumpla como siempre.
Mientras tanto, en Radio Sevilla...
Desquiciamiento patético
en la radio, del que chilla.
No sólo con el Sevilla,
también el Sevilla Atlético.
-Paciencia, aficionado bético,
que pa ver la maravilla
del filial de mi Sevilla
basta un año poyético.
Andan como el dicho famoso,
entre Valdemoro y Pinto,
mirando arriba y abajo:
-Como siga así er glorioso,
lo peor no es Montequinto
sino otro burreo del carajo.
Cuán chillan esos malditospero mal rayo me parta,si en concluyendo esta cartano juegan en Montequinto.