Apenas cinco horas va a estar en suelo español la todopoderosa canciller alemana. Trescientos escasos minutos, suficientes supongo para que la gran dama de hierro de la ortodoxia económica y financiera, la forzuda maquinista de la locomotora europea, desembarque en Madrid acompañada de media docena de sus ministros.
La visita de Angela Merkel, en la Cumbre Alemania-España más importante que se recuerda, sólo tiene contenido económico y los que dicen saber de esto enredan con que vienen a examinar a Zapatero. No sé yo si prueba de nivel o test, porque estas cosas también se pueden hacer a distancia, y tal vez sea una lectura muy superficial, pero el caso es el presidente del gobierno pretende salir airoso y no repetir en septiembre. Y así debe ser porque, a poco que se esfuercen anfitriones y visitantes, nuestro pachucho euro puede incluso salir fortalecido con este gesto digno de una entente cordiale.
Claro que estos teutones no son fáciles de convencer. Tan duros de roer son que vienen dispuestos incluso (otra lectura simplista) a robarnos a nuestros investigadores e ingenieros. Porque aquí, mal que nos pese, no sabemos qué hacer con ellos más allá de convertirlos en eternos becarios. ¡Qué listos son estos germanos!
Alemania, aquel “enano político y gigante económico”, que diría Willy Brandt, se ha convertido en el gran timonel europeo, con permiso naturalmente de monsieur Sarkozy. Y claro, el esforzado alumno Zapatero está dispuesto a tirar la casa por la ventana para agasajarles como se merecen. Willkommen in Spanien, Frau Merkel.