Se abre el telón y el Congreso de los Diputados rechaza la moción. Pues que viva el IVA. Y gracias al voto de canarios y vascos. Mejor dicho, gracias al voto comprado a los partidos políticos que rigen las vidas de ambos pueblos. Todo un ejemplo de solidaridad interterritorial. Todo un ejemplo de imbéciles es lo que somos. Y ya empezamos a estar hartos de dar ejemplo de ello.
Se cierra el telón.
Se vuelve a abrir y Canarias no sufre el IVA, sino IGIC, el impuesto general indirecto canario, al que se suele considerar un impuesto gemelo del primero. Por sus similitudes cualitativas y conceptuales. Y es cierto. Menos en lo principal.
Se parecen como dos gotas de agua en el hecho imponible, en la fecha de devengo, en las liquidaciones... pero la gran diferencia entre ambos es que castigan el hígado del consumidor con unos tipos impositivos muy diferentes.
El tipo general del IGIC es el 5%. El reducido el 2%. El de los ‘godos’ ya lo saben; 18% y 8% respectivamente, a partir de julio de este año. Además los canarios aplican para determinados bienes y servicios un IGIC del 0%; por ejemplo, para la telefonía. Pues llámame, chacho, que no tengo saldo.
Es verdad que los productos que llegan al archipiélago procedentes de la otra España ya vienen cargados del IVA peninsular en sus fases de producción y comercialización; las previas al consumo. Sí, pero la estocada final del Cabildo al comprador final no es mortal. Y se nota.
Se cierra el telón.
Se vuelve a abrir y aparece el País Vasco con un concierto foral, como territorio histórico, que le hace navegar a su gusto. Y ejercen sus fueros, ¡vaya si lo hacen!, sobre todo en materia impositiva. Pero a gusto del contribuyente.
Se cierra el telón.
Se vuelve a abrir y al empresario común le quedan dos opciones. Una; rebajar sus márgenes para compensar la subida administrativa del IVA y así poder seguir ofreciendo sus productos a los mismos precios que antes de abrirse el telón. Es decir, comerse ellos el marrón.
Otra, ‘sostenella y no enmendalla’; o sea, dejar sus márgenes intactos, ver cómo sube el p.v.p. de sus productos en beneficio de otros, y sentarse a disfrutar de cómo descienden sus ventas y cómo les insultan sus ex empleados. Es decir, comerse ellos el marrón.
Y antes de que alguien se atreva a abrir de nuevo el telón, se abrirá en facebook un nuevo grupo que lleve por nombre ‘yo también me arrepiento de haber activado cierto día mi espíritu emprendedor’. Hazte fan.