Algo quebrada y aún más quebrantada por el cúmulo de noticias que se han ido sucediendo en los últimos días, hoy nos sacude otra más.
No soy adicta a las redes sociales. Alguien me metió una vez en Facebook, pero ni foto tengo ni apenas lo sigo. De vez en cuando, agobiada por la cantidad de "avisos pendientes" o de "solicitudes de amistad", meto el hocico y... suelo quedar muy decepcionada por la banalidad y absoluta prescindibilidad de mensajes y noticias.
Será cosa del gremio: En la última novela de Javier Marías, Así empieza lo malo, y viniendo muy a cuento de lo que sucede en ella (pues el autor vuelve a incidir en el tema del Contar, Ocultar, Decir, Averiguar...), leo:
"... tenemos la impresión de que todo ha sucedido en la vida y lo que no en la imaginación, diseminada por las incontables páginas impresas y las multiplicadas pantallas, las de los viejos cines y las televisiones y los ordenadores e incluso los ridículos móviles que hoy todo el mundo consulta de cerca como si fueran bolas de cristal, y hasta cierto punto es lo que son: si no adivinan el futuro, informan de lo que hace un segundo no existía ni había pasado, del presente recién alumbrado de cualquier rincón del planeta, y a veces se apresuran tanto que avisan de lo que no ha ocurrido, una falacia, una calumnia, un bulo que no resulta fácil desmentir ni echar atrás, nuestra credulidad vuelve a ser medieval, intuye años grávidos por todas partes hinchados de gran aflicción -desde el oriente al encorvado oeste- y detesta comprobar, y lo acepta todo como verosímil porque todo ha sucedido ya, o eso creemos". (pp. 341-2)
Y no sólo por esta razón u otras que atañen a los modos de vivir y de relacionarse, al tiempo, etc., sino también porque detesto la conducta fiscal de compañías como Amazon o Facebook.
A ello se une hoy la noticia de que Apple se suma a la propuesta lanzada ya por Facebook (fundada y dirigida por un joven falsamente transgresor de aspecto inocente), (y quién sabe si alguna otra más) propone a sus empleadas financiarles la congelación de óvulospara garantizar a estos gigantes tecnológicos que sus currantas puedan trabajar y producir sin intrusos indeseados.
La regresión parece no tener límites de ningún tipo.
PD. Claro que aquí... tenemos las declaraciones de ese concejal madrileño. Admitámosle, al menos, el dudoso mérito de ir de frente, sin tapujos ni embalajes...