Hace unos días me publicaron este artículo en Acta Sanitaria. Lo escribí tras revisionar una de las películas de la saga de la guerra de las galaxias. Soy un fan, lo reconozco. Como también lo soy de la medicina de familia que trato de ejercer lo mejor que puedo sorteando dificultades que en ocasiones tienen proporciones siderales.
Escoria Rebelde
Desde hace años pertenezco a la alianza rebelde. Vamos perdiendo la guerra pero
ahí seguimos aguantando. Desde mis tiempos de formación lo tuve claro. No me
sedujo el imperio con sus promesas de seguridad laboral, progreso profesional y
posicionamiento social. Sencillamente no me creí su discurso basado en el afán
de lucro y las frías reglas del mercado. Elegí el bando perdedor de los que
trabajan por vocación, apuestan por la gente en primer lugar y por uno mismo en
un segundo, se dedican solo al servicio público por que no les queda energía
para compatibilizar con el privado y se identifican con otros rebeldes de los
lejanos planetas hospitalarios, enfermeriles y demás conglomerados sanitarios.
Enfrentarse a diario a una agenda que supera los 30, 40 o 50 pacientes es la
norma en mi planeta. En ocasiones llegamos a los setenta (70). Pocos sobreviven a tamaña
intensidad de fuego cruzado. Por eso quedamos pocos rebeldes en Atención
Primaria. El imperio bien se cuida de despejar el terreno para la próxima
implantación de servicios digitalizados y desprofesionalizados. Tiene potentes
armas que debilitan y destruyen servicios públicos esenciales con cuyos
desechos edifican poderosas estructuras privadas increíblemente lucrativas.
La perdición de los rebeldes siempre ha sido nuestra incapacidad para explicar
la guerra a las demás galaxias. La propaganda del imperio acalla sin dificultad
las pequeñas voces de la rebelión que terminan siendo un lejano y cansino coro
de quejas que nadie escucha ya.
Por eso hoy he venido a anunciarles que pese a los recortes, ninguneos
políticos y otras maniobras aun quedan profesionales de la salud con fuerza
para defender al ciudadano, atender al enfermo y dar lo mejor de sí mismos.
Vengo a pedir su ayuda para la causa antes de que el rayo de la muerte de la
indiferencia haga de la sociedad una masa inerte que no reaccione a su propio
expolio. Grito para que los profesionales sanitarios tomemos conciencia de que
solo unidos a una causa común podremos hacer frente a un rodillo mucho más
fuerte que nuestras pequeñas individualidades coorporativas.
Porque aunque nos traten como escoria, sobrecargándonos, ninguneándonos,
ignorándonos... somos escoria rebelde. Y no hay nada más potente que tener
claro que nuestro valor principal es el bien común. Desde esa determinación
podremos hacer frente al discurso imperial. Aun queda esperanza en la galaxia.