Siempre he pensado que en esta vida todo depende de dónde naces, en qué lugar y en qué entorno (eso del entorno me encanta que me hace parecer una colaboradora de Sálvame, pero con mechas más normalitas). No sé si este concepto tiene algo de teoría filosófica o simplemente es resultado de muchas horas con la mente en blanco yendo y viniendo al trabajo. No sé, pero a mí como idea me sirve para solucionar muchos planteamientos vitales.
En este caso la importancia del dónde naces es mayor aún. Pero mucho. Porque voy a hablar de pelos. Si. De cabellos, de pelitos, de lo que llevamos en la cabeza por fuera. Es un tema que me tiene traumatizada de toda la vida. Tengo el pelo rizado, muy mono, que conste, unos ricitos muy simpáticos si les da la gana de quedar bien. Pero no siempre quedan bien. Asumirlo es parte del proceso de madurez. ¡Qué se le va a hacer!.
Resulta que si vives en una zona con cierta humedad (véase al lado del mar o similar) el pelo no se riza, se encrespa. Uf. Y si encima en la zona que vives de vez en cuando hace una ventolera desértica (llamada Levante en Cádiz) entonces el pelo se queda lacio y aplatanado y no hay forma de que el rizo de mantenga.
¿Qué hacemos? Pues nada, fastidiarnos. Y ver en la tele a gente que vive en lugares más equilibrados climáticamente y sufrir. No hay más que hacer.
En verano no puedes plantearte nada. Simplemente dejarte llevar y ponerte una coleta con gracia. Y poco más. Pero en invierno (si llega, que ya lo dudo) hace frio y puedes pasar un rato sin sofocarte pasándote la plancha por el pelo. Maravilla de las maravillas.
En Invierno, planchadita
VIVA LA GHD. No me pagan (aunque no me importaría que tuvieran un detalle conmigo), pero no hay otra plancha como ésta. Desengañate. Ninguna. Te cuenten lo que te cuenten. No voy a regodearme en sus beneficios porque como ya he dicho no me pagan, pero no puedo vivir sin ella. La necesito cerca por si las moscas.
No puedo vivir sin ella
Lo único que hay que tener es paciencia y un buen protector capilar para no achicharrar el pelo. Queda estupendo, la verdad. Suave, lisito, una maravilla. Puede pasar que llueva cuando estés en la calle o que en algún bar gracioso pongan un humidificador de esos como los de la Expo de Sevilla. Hay que tener maldad para poner eso en un sitio público dónde vas peinada y mona. En fin. Ellos sabrán. Yo a lo mío. Si se dan estos casos pues lo mejor es llevar un coleterito mono en el bolso y recoger cuanto antes. Un pelo planchado con gotas es la antítesis de la sofisticación. Es más el efecto final es como si fueras una fregona de esas de pelos antiguos deshilachada .
Me plancho más el pelo que la ropa, de hecho la ropa no la suelo planchar (que lo tengo en cuenta a la hora de comprarla, no creáis). Aunque a veces no tengo ganas y entonces es cuando voy despeluchada por la vida. Siempre con pinta de loca, pero no puedo hacer otra cosa. No siempre una tiene ganas o tiempo de planchar mechón a mechón.
Así voy a veces por la vida
Por lo menos tengo poco pelo y acabo pronto. Es que a todo hay que verle lo positivo que sino una acaba majarona perdida y una cosa es parecerlo por culpa del pelo y otra serlo.
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