Nacido alrededor de 1880 en Cottonwood Island, en el estado de Nevada. Hijo de una india Cucapá, que murió poco después del parto. No se sabe con certeza quién fue su padre; algunas fuentes dicen que fue un valiente indio de la tribu Paiute, otros afirman que fue un soldado blanco de Fort Mohave, o quizás un minero mexicano. Lo que está claro es que Queho era mestizo y por tanto un paria rechazado por las tribus locales. Criado en una reserva india en Las Vegas, empezó a trabajar de joven cuidando ranchos y recolectando madera en los campamentos mineros. Debido a su carácter huraño, malhumorado y polémico, empezó a tener problemas con la ley. En 1910 Queho fue el principal sospechoso de asesinar a un indio en la reserva india de Las Vegas. En su huida asesinó a otros dos indios Paiute, robando sus caballos. Antes de salir de Las Vegas, el prófugo atacó a un comerciante para abastecerse de comida. Se inició entonces una busca y captura del proscrito, que se dirigía al pueblo de Nelson, donde presumiblemente ayudó a un leñador a cortar madera. Tras una disputa el indio lo asesinó de varios disparos, al parecer por no querer pagarle tras el trabajo realizado. Los hombres del Sheriff de Howe siguieron la pista de unas huellas del calzado del indio. Supieron que eran sus huellas por las pisadas características, ya que Queho sufría de pie zambo, una malformación en las piernas que obliga al sufrido a pisar incorrectamente. El rastro les llevó hasta las montañas del Cañón de Eldorado y allí a la mina del “escarabajo de oro”, donde encontraron el cuerpo del vigilante ‘Doc’ Gilbert, asesinado de un tiro en la espalda. Descubrieron que le habían robado la placa que colgaba de su camisa con el número 896. Cuando pensaban que pronto capturarían al fugitivo, perdieron la pista al llegar al río Colorado. La investigación continuó, pero esta vez fue el Sargento Newgard de la Policía del Estado de Nevada quien se haría cargo. Para ello contrató los servicios de varios indios rastreadores experimentados y de dos cazadores. A pesar de encontrar numerosas pistas del perseguido, su rastro siempre acababa desapareciendo. Los agentes de la ley, frustrados, abandonaron la búsqueda en febrero de 1911. Empieza a crecer entonces una leyenda entorno a la figura de Queho y cualquier robo o asesinato inexplicables se le atribuían al indio proscrito. En enero de 1919 se reanuda la investigación al encontrar otra vez las huellas características de un deforme tras aparecer los cuerpos mutilados de dos búscadores de oro en el Cañon de Eldorado, además de otro cadáver cerca del río Colorado. La búsqueda se hace más intensa. Una cacería humana que duraría dos meses. Los cazadores soportaron mucho frío, nieve y lluvia. Recorrieron cada palmo de terreno, registraron numerosas cuevas, donde encontraban restos de fuego y de alimentos, pero las pistas se desvanecían una y otra vez y no les llevaban a ningún sitio. Hastiados, exhaustos y frustrados nuevamente, finalizaron la búsqueda otra vez. En marzo de 1919 el estado de Nevada ofreció una recompensa de 2300 dólares por la captura de Queho. Arizona, creyendo que algunos asesinatos que se cometieron en su zona podrían ser obra del indio, ofreció 500 dólares y algunos particulares contribuyeron a la suma total de 3000 dólares por la cabeza del piel roja. Más de veinte años después, en febrero de 1940, dos mineros llamados Arthur Schroeder y Charles Kenyon, descubrieron el cuerpo momificado de un indio en una cueva montañosa cerca del río Colorado, en el estado de Nevada. El cadáver se encontraba bien conservado gracias al clima desértico de la zona. Estaba rodeado por una variedad de artefactos, entre ellos un rifle Winchester Modelo 94, una escopeta calibre 12 Hopkins & Allen de dos cañones, utensilios de cocina, arcos y flechas y la placa del vigilante ‘Doc’ Gilbert N º 896. Shotgun shells matched the fired cases that had been found beside the body of Maude Douglas in 1919.También había municiones de dichas armas coincidentes con las encontradas en los cuerpos de los buscadores de oro asesinados en 1919. Pero este no fue el final de la historia de Queho. El cuerpo del indio fue llevado a la funeraria Palm. Mientras, Charles Kenyon, el minero que descubrió el cuerpo, exigió el dinero de la recompensa o de lo contrario se quedaría con el cadáver para su exposición pública, como pieza de museo. También varios indios del condado de Clark de Nevada, reivindicaron el cuerpo del indio, con el pretexto de ser familiares del repudiado. Además, los propietarios de la funeraria amenazaron con incinerar el cuerpo si nadie les pagaba las costas por su guarda y custodia. La disputa acabó en los tribunales y tres años después el juez dictaminó que la funeraria Palm era la titular de la momia. Frank Wait, Jefe de Policía de Las Vegas y miembro del grupo de investigación que buscó a Queho en 1910 compró el cuerpo del indio y sus pertenencias a la funeraria y lo cedió al Club Elks de Las Vegas quien lo expuso públicamente hasta 1950. Una mañana de enero de 1962, fue encontrada la momia de Queho en el vertedero del condado de Clark. Al parecer, cuando los restos del indio dejaron de ser rentables sus propietarios decidieron deshacerse del cuerpo arrojándolo a la basura, sin más. El Sheriff del condado de Clark, decidió donar la momia al Museo de Historia Natural de la Universidad de Nevada, donde permaneció hasta mediados de 1970. Ronald H. Wiley, un fiscal del condado de Clark, se hizo con los restos del indio y el 6 de noviembre de 1975 le dio sepultura con una pequeña ceremonia de enterramiento en una gruta del desierto de Cathedral Canyon, en la frontera de Nevada con California. A Queho se le atribuyen 23 asesinatos. Fue declarado “Enemigo Público número 1” de Nevada y el primero asesino en serie de este Estado. Hay quien cree que fue un asesino despiadado. Para otros no fue más que una víctima de la sociedad de la época que no cometió tantos crímenes. Repudiado por los suyos y maltratado por todos acabó convertido en leyenda, siendo su historia real un misterio que seguramente nunca se desvelará.