Revista Cultura y Ocio

Quejas estériles y palabras para un mundo mejor

Publicado el 26 septiembre 2016 por Miguel Ángel Jordán @M_A_JORDAN

Hola a todos.

Hace unos días recibí un mail en el que me animaban a hablar de varios aspectos relacionados con lo mal que está la juventud hoy en día… Lo bueno de este tema es que nunca pasa de moda, porque la juventud siempre ha estado mal y va a estar mal mientras haya gente mayor que comparé la actitud de las nuevas generaciones con la suya… O, mejor dicho, con la que ellos creen que fue su actitud.

Ya no tengo ninguna esperanza en el futuro de nuestro país si la juventud de hoy toma mañana el poder, porque esa juventud es insoportable, desenfrenada, simplemente horrible.

Cuánta razón en tan pocas palabras, ¿no crees? Hesíodo lo resumió así de bien hace más de 2500 años

😉

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Sin embargo, no creo que esto sirva de excusa para dar por buena cualquier actitud de los jóvenes. Cada generación tiene sus puntos fuertes y sus errores. Lo ideal es potenciar los primeros y tratar de corregir los últimos. Si lográramos eso, el mundo iría siempre a mejor. Porque, no nos engañemos, ni cualquier tiempo pasado fue mejor, ni todo cambio implica un avance.

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Progresar significa avanzar hacia un estado mejor que el anterior. Esa es la razón por la que desconfío del “PROGRESO” cuando tan solo se hace hincapié en la abolición de todo lo anterior. Parece que romper las normas es en sí un progreso, criminalizar las actitudes de nuestros padres es un progreso, dinamitar los valores es un progreso. Y, a cambio, se proponen nuevos modelos, que en realidad no son nuevos, porque de un modo u otro ya se han dado en la historia.

Nos quejamos de la corrupción, las guerras, la inseguridad ciudadana, la mala situación económica, los abusos sexuales, la violencia doméstica o de cualquier tipo, la discriminación por los motivos que sea, etc. Y me uno a la protesta. Habría que erradicar todos esos males de la sociedad. Pero… UNA PREGUNTA: ¿Cómo han aparecido todos esos males? No estamos hablando de un terremoto, un huracán o un volcán en erupción. No se trata de fuerzas naturales que escapen a nuestro control. Los grandes males de la historia los hemos causado nosotros, los hombres. ¿Cuándo? ¿Por qué? Si todos queremos un mundo mejor, ¿por qué no lo conseguimos? Está en nuestras manos, ¿no?

El problema es que mejorar implica renunciar a ciertas comodidades. Para ser mejor,

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tienes que pasar por encima de tu “yo”, negarte caprichos, vencer la resistencia natural a ir a lo tuyo, superar el egoísmo, salir de ti mismo y pensar en los demás. No esperar a que ALGUIEN HAGA ALGO y ser tú el que tome la iniciativa. Estar dispuesto a llevar la contraria a las tendencias en las que impera lo fácil, lo que nos atrae a todos, pero que no lleva a ningún lado. Al menos a ningún lugar mejor.

Lo sé, estoy hablando en general, teorizando, cayendo en la queja inútil, ¿verdad? Tranquilo, esto solo era la introducción. Voy a bajar al terreno. No hablaré de todos los males de este mundo, porque creo que me falta espacio y tiempo

😛
, pero sí de algunos. Y no solo eso, estoy dispuesto a plantear propuestas para solucionarlos
🙂

-Corrupción: La misma palabra ya lo dice todo. Algo que era bueno y se ha estropeado, convirtiéndose en veneno. Cargos públicos, representantes del pueblo, personas con grandes responsabilidades, en las que los ciudadanos han depositado su confianza (a veces porque no hay más remedio). Y que, en vez de valerse de su posición para servir a la sociedad, se dejan llevar por la avaricia y se lucran con negocios fraudulentos o cualquier medio ilícito.

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Se supone que la política es un servicio a la sociedad. Servir conlleva darse a los demás sin esperar nada a cambio… nada más allá de lo justo. Asumir un cargo público debería verse como una renuncia. Alguien de gran valía que pone sus cualidades al servicio de la sociedad, en vez de utilizarlas en beneficio propio, de un modo honrado, con un trabajo que le aporte más dinero y satisfacciones personales.

Ahora bien. ¿Piensas que la sociedad que estamos creando entre todos promueve ese tipo de actitudes? ¿Estamos fomentando la generosidad, la renuncia a ciertos objetivos personales para buscar un bien mayor? ¿Son esos los eslóganes que escuchamos? ¿Es eso lo que transmitimos a las nuevas generaciones?

“No pienses en ti, piensa en los demás. Renuncia a tu comodidad para servir a los que te rodean. No busques tanto tu felicidad como la de tus vecinos.”

¿Crees que triunfaría esa campaña? Nos gustaría que la gente fuera así, pero ¿y nosotros? Aaaaah, claro, la idea es que los demás sean generosos, para que nosotros podamos ser más egoístas.

-Violencia doméstica, abusos sexuales y otros tipos de agresión: todas las personas merecen respeto. Ninguna excusa es válida para agredir a otra persona de la forma que sea. Y, dentro de la humanidad, especial cuidado merecen los más indefensos, niños, ancianos, discapacitados… ¿Estás de acuerdo?

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Hombre y mujer poseen los mismo derechos. Esto no depende del estado, es así por naturaleza. Los estados no nos confieren los derechos, los llevamos de nacimiento. Los organismos oficiales pueden reconocer, defender o proclamar ciertos derechos, pero no son nada ni nadie para poner o quitar algo a nuestra humanidad.

Sin embargo, basta dar una vuelta por Internet, observar la publicidad, pasear por las calles, para ver que algo no cuadra. Nos quejamos de las actitudes enfermizas de algunas personas, que agreden sexualmente a otras y, a la vez, incitamos a los jóvenes -y no tan jóvenes- a un uso desmedido, inconsciente e irresponsable de la sexualidad. ¿Cuántos impulsos sexuales recibe un joven a través de su móvil cada día?  La imagen de la mujer que se transmite una y otra vez en tantos sitios -anuncios, videoclips musicales, películas, juegos…- es la de un objeto sexual (cuerpos 10 casi desnudos con movimientos incitantes y miradas provocativas). Parece que lo único interesante que haya en las chicas son sus curvas. La persona se reduce a sus formas y atributos sexuales. ¿Lo demás? Ah, ¿es que hay algo más? ¡Pues sí! Y mucho más importante. Si nos quedamos en la superficie, es fácil entrar en esa política de usar y tirar. Si no nos tratamos como personas, sino como objetos, es fácil perderse el respeto.

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Un hombre que maltrata a una mujer además de ser un criminal, está mostrando una brutalidad denigrante. ¿Cómo ha llegado a esa situación? Supongo que hay muchas respuestas posibles, por eso es un problema difícil de solucionar. Pero, en cualquier caso, sino queremos que haya salvajes en nuestra sociedad, estaría bien que evitáramos todo aquello que embrutece a las personas. La pornografía embrutece, la violencia excesiva en televisión embrutece, los programas que ponen a la vista de todos la intimidad de las personas embrutecen. Perdemos sensibilidad, vemos como normal lo que no lo es. Y eso repercute en nuestro día a día.

Me estoy enrollando más de lo que quería y tan solo he tratado por encima unos pocos asuntos, pero creo que es mejor concluir y dejar lo demás para otra entrada, o para que lo escribáis vosotros.

El título de este post es quejas estériles y palabras para un mundo mejor. Las quejas estériles son las que se limitan a señalar los males sin hacer nada para evitarlos. Por eso voy a proponer unas palabras, que podrían marcar un camino que, al menos yo, procuraré seguir.

Generosidad. Respeto. Comprensión. Esfuerzo. Reflexión.

La lista podría ser mucho más larga, sin duda. Pero creo que no está mal para empezar.

¿Qué pasaría si todos nos esforzáramos por ayudar a los demás, queriéndolos como son, tratando de ponernos en su lugar para evitar los prejuicios, y trabajando día a día para mejorar nuestra sociedad? Yo creo que viviríamos en un mundo mejor. Pero, para lograr todo eso, primero hay que pararse a pensar y detectar en qué estamos fallando cada uno de nosotros.

Los que ya llevamos un tiempo en este mundo tenemos la responsabilidad de transmitir a los más jóvenes aquellos valores que les ayudarán a ser felices y a hacer felices a los que les rodean. La cultura del éxito fácil, del postureo, de los clichés y las etiquetas, de los radicalismos y la incultura no es una buena herencia para las generaciones futuras. No es fácil cambiar el mundo, por eso hay que empezar por uno mismo y animar a los demás con nuestro ejemplo.

Y, ¿sabes una cosa? La escritura es un buen punto de arranque. Escribir nos obliga a pensar, crear nos acerca a la belleza, diseñar nuevos personajes nos permite vivir otras vidas. A través de la escritura descubrimos nuevos horizontes y podemos compartirlos con los demás.

Tenemos mucho trabajo por delante, pero no hay duda de que vale la pena.

Un saludo

@M_A_JORDAN


QUEJAS ESTÉRILES Y PALABRAS PARA UN MUNDO MEJOR

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