El síndrome de burnout o estar quemado en el trabajo es mucho más que sentirse estresado por el trabajo. Este síndrome es mucho más común de lo que pensamos y es que la forma en que uno vive y gestiona ciertas circunstancias laborales aumenta o reduce el riesgo de padecerlo.
Cuando se alcanza este tipo extremo de cansancio y desafección suelen haber ocurrido otros factores que, en la medida de lo posible, es necesario identificar y prevenir antes que sea demasiado tarde. Trabajar sobre aquellos contextos que nos hacen vulnerables al burnout es la mejor forma de anticiparse a él o mitigarlo si ya se sufre. Aunque la ayuda e instrucción de un terapeuta pueda estar aconsejada, existen varias medidas a tu alcance:
Autocuidado: es importante mantener unas pautas de alimentación e higiene del sueño correctas, ya que son la base de nuestro funcionamiento. También practicar algún ejercicio durante la semana es muy beneficioso.
Aprender a relajarse: el estrés conlleva una sobreactivación física y mental, por ello es interesante aprender alguna técnica de relajación, como la respiración diafragmática o incluso el mindfulness.
Fomentar las actividades de ocio y aficiones: dedicar tiempo a lo que nos gusta y satisface.
Tomar distancia: respetar los horarios, el lugar y el momento para hacer el trabajo.
En caso de que cualquiera de estas medidas u otras no resulten útiles, hay que buscar la ayuda de algún profesional de salud mental. Este le podrá ayudar a reposicionarse en su trabajo y, con su colaboración, equiparle con mejores herramientas para:
- Gestionar las emociones
- Manejar el estrés
- Manejar la posible sobreimplicación emocional
- Valorar alternativas laborales