Revista Educación

Quemaduras en el alma

Por Siempreenmedio @Siempreblog

llamasLa zarza ardiente con la que hablaba Moisés… Esa era la imagen de dibujos animados que se me venía a la mente cuando pensaba en cómo me dolía el alma, en ese fuego que en apariencia no quemaba, pero que sí dejaba quemaduras. Menuda tontería (pensarán), yo, que ni siquiera soy creyente, acordándome de una metáfora que vi en una película de animación para comprender qué me estaba pasando…

Las quemaduras del alma son como las del cuerpo: te dejan con una sensibilidad tal que cualquier roce es una tortura. Un recuerdo, una imagen, una palabra, un gesto… queman.

Y te das cuenta de que necesitas protegerte esas quemaduras para que se curen. Necesitas que te quieran los que te quieren, que se alejen los que no te quieren, reducir la lista de cosas importantes a lo esencial y aplicarte alguna crema en esa piel maltrecha… Pero a veces eso no basta. Necesitamos a esas personas que saben mucho de las tiritas, los analgésicos y las vitaminas que son buenas para hacer que esas conexiones neuronales, que aún no saben que existen, se acaben conectando y mandando órdenes para que las quemaduras se vayan curando.

Si cuando nos hacemos daño vamos a nuestro médico de cabecera o a urgencias… bien deberíamos acudir al doctor de las quemaduras del alma cuando lo necesitamos.


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