Revista Cultura y Ocio

Quemar la culpa

Publicado el 24 junio 2012 por Rojotransitorio @rojotransitorio
culpa

Culpa… ¿de qué?

Quemar la culpaEn el comienzo de su lucha, el guerrero de la luz afirmó: “Tengo sueños”.

Después de algunos años, percibe que es posible llegar a donde quiere; sabe que será recompensado.

Llegado ese momento, se entristece. Ha conocido la infelicidad ajena, la soledad, las frustraciones que acompañan a gran parte de la humanidad, y considera que no merece lo que está a punto de recibir.

Su ángel susurra: “Entrega todo”. El guerrero se arrodilla y ofrece a Dios sus conquistas.

La Entrega obliga al guerrero a parar de hacer preguntas tontas, y lo ayuda a vencer la culpa.Quemar la culpa
Extracto del Manual del guerrero de la luz (Paulo Coelho)

Culpa

Ayer decidí lanzar a la hoguera un sentimiento que me atenazaba: la culpa. La culpa del adolescente, del adulto que ahora soy.

Elegí un rotulador repleto de tinta roja. Escribí en letras grandes, mayúsculas y separadas, cada una de las letras de ese insidioso sentimiento: La C, la U, la L, la P y la A. No las quería ni sentir en contacto con mis dedos.

El trazo contenía dolor, era una caligrafía demasiado tangible, nacida de la tierra. Levanté el papel para ponerlo a la altura de mis ojos. Miré ese soporte vegetal y noté como ligeras gotas tintadas de rojo, imbuidas de algún pecado ancestral, se deslizaban hacia abajo. Llegaban al límite inferior del papel y se apresuraban a concentrar goterones aun más rojos, aun mas rencorosos. Incluso alguno bajó más allá, buscando la imaginaria linea que lo conectaba con la tierra.

Pensé que esa lágrima roja nunca debía haber abandonado la tierra que la vio nacer.

Inocencia

Ayer decidí devolver a mi vida un sentimiento que añoraba: la inocencia. La inocencia del neonato que aun guardo en mi interior, la pureza de mi niñez.

Elegí una ligera pluma de color azul. Escribí en letras pequeñas y ligadas, cada una de las letras de ese ansiado sentimiento: La i, la n, la o, la c, la e, la n, la c, la i, la a. Sin solución de continuidad, tocándose en lo más íntimo.

Sentí que tal como escribía un aire fresco llenaba esos signos. Al acabar la linea que abrazaba sus letras, no pude evitarlo, de mi laringe brotó el suave susurro que dibujó en el aire el sonido puro de aquella palabra: inocencia.

Solve et coagula

Una vela, temblorosa pero firme, sirvió de hoguera para mi culpa. Una sencilla llama cosumió un papel, disolvió mi culpa. Se llevó el pecado y su fealdad.

El papel que sobrevivió (pues siempre debe sobrevivir uno) se coaguló en mis manos. Lo deposité cerca del corazón, cerré mis ojos sintiendo como el calor de mis latidos lo protegía y respiré profundamente su gracia.

Entrego a Dios mi conquista, mi lucha de los últimos tiempos, mi batalla futura. Dios sabrá guardarla entre sus más divinos tesoros: la virtud y la hermosura.

Yo no tengo la culpa de que la vida se nutra de la virtud y del pecado, de lo hermoso y de lo feo. (Benito Pérez Galdós)

El árbol de las moras

El árbol no es otra cosa que una llama floreciente


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