Revista En Femenino

Quemar, matar, marcar

Publicado el 25 febrero 2011 por Daniela @lasdiosas

¿Quién alguna vez no tropezó con el fuego y sintió un profundo dolor al quemarse su piel, provocando con seguridad algún alarido que hizo saltar a quien le haya tocado estar a su lado? ¿Qué mujer que ha tenido que cumplir con tareas domésticas no se quemó alguna vez con la plancha, o la llama de la cocina, o la leña con la que aún cocinan miles de mujeres en las zonas rurales del país, sin saber cómo llegó, como por iniciativa propia, a la mano o al brazo?

El dolor que produce una quemada queda de manera indeleble grabado en la memoria y para la mayoría de personas pensar que le pudiera volver a suceder es intolerable, se haría cualquier cosa para evitarlo. Por ello, las amenazas de ser quemadas que reciben muchas mujeres que viven violencia activan ese miedo instalado y tienen la potencialidad de paralizar cualquier intención de cambiar las reglas o romper el control que sobre sus vidas tienen los maridos, ex novios, o cualquier hombre que esté a su lado, o que se arrogue derechos sobre ella, porque hay ocasiones en que la amenaza de ser quemada se hace realidad.

Eso le sucedió en septiembre del año pasado a Jeanet Lidia Huisa Mamani, una mujer cusqueña de 21 años que en el 25 de noviembre, paradójicamente el día de la No violencia contra las mujeres, fue atacada en su rostro, con aceite hirviendo por su conviviente Leandro Huamán Mamani, debido según declaró a que no quiso ayudarlo a buscar su documento de identidad. Milagrosamente no perdió la vista.

Otro hecho similar ocurrió en Lima con Elizabeth Alanya a quien su marido Julio Sal y Rosas le tiró agua hirviendo ocasionándole graves quemaduras de segundo y tercer grado, de las cuales le ha costado mucho recuperarse. En este caso, se dieron varios agravantes del dolor físico de la víctima, al ser devuelta a su casa dos horas después de ingresar al hospital como si el caso no mereciera atención prioritaria y el atacante fue puesto en libertad pese a la evidencia, al ser considerado el hecho como falta leve.

“El primer día que me pasó eso, de repente las heridas no me han dolido tanto como esta indignación que estoy sintiendo ahorita, que está libre de culpas, está en nada. Si ellos no hacen justicia, yo me voy a ensuciar las manos. Así como a mí me hizo, igual voy a actuar. ¿A eso quieren que llegue uno?” (1) dijo la víctima, demostrando en sus palabras el nivel de indefensión, su impotencia y la poca credibilidad en la justicia. Por fortuna, en este caso, gracias al reclamo de la población, de instituciones de defensa de los derechos de la mujer y hasta del propio presidente de la República, quien denunció el proceder del Ministerio Público, el victimario fue nuevamente detenido. Desde la cárcel, Sal y Rosas sigue amenazándola, a través de la línea telefónica, para que retire la denuncia. “Voy a acabar contigo,” le dice, intentando mantener el estado de miedo, la memoria del dolor, el agua que sigue hirviendo.

Dice Eva Giberti, sicoanalista argentina, en su artículo “Te voy a quemar viva”, escrito a propósito de hechos similares sucedidos en Argentina, que: “La violencia que suscita la amenaza del fuego y su posterior puesta en acto reproduce el tiempo de las mujeres quemadas en las hogueras de la Inquisición, incorpora el terror previo de quien se imagina a sí misma envuelta por las llamas. Tiende a historizar en el pensamiento y las sensaciones de la víctima un suceso anticipado que conduce a la mujer a su propia imagen como una persona inerme. Ella no podrá hacer cosa alguna, paralizada por el espanto y el triunfo de la combustión. Lo cual es diferente de la amenaza del golpe.” (2)

El triunfo de la combustión se manifiesta en el hecho de que Elizabeth haya quedado atrapada en los meses y meses en que no podrá salir de su casa, en los años y quizá en el resto de la vida que demorará en sanar las heridas de fuera y de dentro y ver su rostro reflejado en el espejo, heridas cuyo costo de tratamiento ha sido negado a ser cubierto por el Seguro Integral de Salud, aduciendo problemas de índole administrativo.

El triunfo total de la combustión se expresa en la muerte reciente de Vanesa Solano García que, luego de una dolorosa agonía, finalmente perdió la batalla en el hospital al que logró ser llevada, luego de que el marido, Felix Sotelo Zambrano, le rociara un galón de thinner y le prendiera fuego. Es difícil tan sólo imaginar como hubiera quedado si, por esas muecas crueles que puede tener un milagro, ella sobrevivía después de las quemaduras de segundo y tercer grado que sufrió. Que la quemó por un ataque de celos, dice la prensa, mientras su padre declara que “la quemó viva porque ella estaba harta de él y lo iba a dejar” (3) , es decir ella había mostrado sus intenciones de liberarse, del control, de la violencia y del dolor que durante seis años le había infringido el padre de su hijo, que, hay que mencionar, fue testigo del asesinato y con seguridad quedará marcado de por vida por este drama.

Este tipo de agresión se enmarca en el sentido de propiedad que puede tener un hombre frente a la esposa, a la que llega a considerar como de su pertenencia absoluta. “El método empleado apunta a la destrucción del cuerpo, ante todo de la piel, la envoltura en la cual el cuerpo se constituye como deseable y deseante. Y quien presuntamente ataca no es un extraño sino el ex marido: el que tuvo (¿tiene?) derecho a ese cuerpo cuya propiedad le fue arrebatada por ella misma, la mujer que así recibe castigo”, dice Pedro Lipcovich. (4) Se trata entonces de destruir la envoltura, desfigurarla, borrar la identidad, negar la propia presencia, pues ¿quién se podría reconocer entre los pliegues de piel que se arrugan por acción del fuego? Ese es el objetivo y quizá también en el momento de la acción, al lanzar el agua, o el aceite, lo que se busca es sentir el poder que le da disponer de la vida de la otra, como amo y señor de su futuro y de su cuerpo irrecuperable la mayoría de veces o extinguido por acción del fuego.

Y no siempre es el marido o el conviviente, lo puede ser también cualquier otro hombre que crea que una mujer está pasándose de la raya o intentando colocarse por encima de su poder, como le sucedió en julio del 2010 a María Mercedes Vilela Castillo en Piura cuando fue a acompañar a su hermana a cobrarle una deuda a un mecánico, que enfurecido por tal hecho le lanzó aceite quemado de vehículos y la persiguió con un soplete soldador. No le importó que estuviera embarazada. (5)

¿Cuántas mujeres cotidianamente serán amenazadas con ser quemadas? ¿Cuántas lo serán sin que se conozcan los hechos pues no son considerados de gravedad, o no son denunciados como los que acabamos de narrar? Lo cierto es que esta modalidad de violencia, como señala Giberti, es diferente. Coloca en la vida de las mujeres una tensión permanente, posiblemente reaviva memorias de dolores, que podrían ser intensificados, genera imágenes de desfiguración y encierro, indefensión e impotencia, tortura cotidiana para las mujeres que día a día nos relacionamos con el fuego, con la cocina o con la plancha.

La violencia hacia las mujeres sigue ocurriendo todos los días, los crímenes y feminicidios no cesan. Sólo el año pasado se cometieron en el país 117 feminicidios. Y es que vivimos en una sociedad que la tolera, que incluso la justifica muchas veces, con una justicia inoperante que se niega a actuar o que cuando actúa hace muchas concesiones, como se puede visualizar en un estudio de expedientes judiciales sobre feminicidios realizado por la Defensoria del Pueblo (6) en 5 regiones : Lima, Junín, Puno, Ayacucho y San Martín. En éste, se señala que en 23 de los casos, la condena privativa de libertad a los agresores fue inferior a la establecida por la ley.

En estos tiempos de elecciones, cabe preguntarles a los candidatos y a las candidatas qué proponen para evitar la violencia contra las mujeres, los feminicidios y para evitar que el fuego siga propagándose en cuerpos de mujeres.

Por Rosa Montalvo Reinoso

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Noticias Ser Perú

La Ciudad de las Diosas

Notas:

(1) “Mujer quemada con agua hirviendo por su marido criticó al PJ: ¿Qué esperan para hacer justicia”, El Comercio, 20 de agosto del 2010. http://elcomercio.pe/lima/626082/noticia-mujer-quemada-agua-hirviendo-su...

(2) Eva Giberti, “Te voy a quemar viva”, Página12, 25 de noviembre del 2010.http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/subnotas/157497-50493-2010-11...

(3) “Abusivo comerciante quema viva a su esposa en Lima”, La República, 19 de febrero del 2011

(4) Pedro Lipcovich, “Robos y femicidios”, Página12, 25 de noviembre del 2010.http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-153788-2010-09-25.html

(5) “Despiadado quema a mujer embarazada”, El Correo, 2 de julio de 2010.http://correoperu.pe/correo/nota.php?txtEdi_id=7&txtSecci_parent=0&txtSe...

(6) Defensoría del Pueblo, Feminicidio en el Perú: Estudio de expedientes judiciales, Serie Informes de Adjuntía, Informe No 04-2010/DP-ADM, 2010.http://www.defensoria.gob.pe/modules/Downloads/informes/varios/2010/info...

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