Revista Tendencias
Dicen que perder el norte significa volverte loco, atontado, desorientado. Pero lo que yo perdí fue una parte del sur. Y la perdí porque, sin darme cuenta, me vi cegada por su belleza, por su cultura y por su forma de ser.
Una ciudad tiene la vida que sus habitantes le dan. Y créeme, querida, que tus habitantes te quieren a rabiar. Te hacen sentir, te hacen estar tan viva que pareces irreal, pareces salida de un cuento, de un cuento maravilloso, de esos que te hacen soñar despierto. Te convierten en una niña consentida, en una niña que nunca para, que no sabe estarse quieta, día tras día y noche tras noche.
Pero no eres solo lo que ellos te hacen ser, no. Tu también pones de tu parte, tu pones tu magia. Esa magia que hechiza a todo aquel que pone un pie en tus tierras. En ese preciso instante es cuando tu intervienes, en ese momento creas un hechizo irrompible, un hechizo que dura toda una vida. Un hechizo que aturde a todo viajero y lo deja con unas ganas insaciables de ti.
Y al viajero no le queda más que observar tu belleza, embobado e incrédulo. No le queda más que perderse por tus callejuelas de blancas casas, por tus cuestas y por tus paseos. No le queda más que empaparse de cultura, porque si hay algo que no te falta ni nunca te ha faltado es eso, querida mía. Bella y sabia, das la bienvenida a todo aquel que se adentra en tus calles, consiguiendo ser un punto de encuentro idílico entre culturas y mundos completamente diferentes.
Y es así como seduces. Y es así, como me sedujiste. Me enamoré de ti y de los momentos que me diste, de tu belleza y de tus más bellos rincones. Y no pensaba que llegaras a crear este efecto en mí. Nunca lo pensé. Te tuve que vivir y sentir para comprobarlo, y nunca me arrepentiré de haberlo hecho. Me enamoré de tu vida, de tu arte, de tus colores, olores y sabores.
Porque el tiempo nunca es perdido si son tus calles las que me acogen y me abrazan como si fuera una más. Porque nunca me he sentido extraña entre tus paredes, y quizás fuera porque tu me acompañabas paso tras paso. Porque eres puro arte, eres la musa con la que sueñan los artistas, eres la inspiración que perdieron los que nunca te encontraron.
Ojalá llegue el día en el que pueda volver a verte, querida Granada. Ojalá llegue, y pronto.