Por si sois recién llegados a este vuestro blog (¡hola!, ¡bienvenidos!, poneos cómodos) y, además, no sabéis qué
La primera temporada del true crime acaba con Steven Avery y su sobrino de 16 años Brendan Dassey encarcelados, acusados del asesinato y violación de Teresa Hallbach tras una investigación más que sospechosa llevada a cabo por los mismos policías que acusaron hacía años a Avery de un crimen que no cometió. El estreno del documental provocó reacciones variopintas: por un lado, una marea de peticiones de perdón para Avery y Dassey; por otro, que los abogados de Avery, Buting y Strang, se convirtieron en sex symbols.
Sex symbols. Estos dos.
Pasan los años. Tío y sobrino cambian de abogados, pero siguen luchando por demostrar su inocencia. Y, por supuesto, las directoras del documental, Moira Demos y Laura Ricciardi, lo graban todo.
Un grupo de abogados de un gabinete especializado en defender a menores se está ocupando de Brendan Dassey. Mientras que a la pareja de dudosos sex symbols los sustituye una abogada de campanillas: Kathleen Zellner.
Si algún día me da por matar, que le defienda ella.
Zellner es la abogada que cualquier fan de la serie espera. Cree en la inocencia de Avery, tiene experiencia en exonerar a falsos culpables, le encanta que la entrevisten, es activa en las redes sociales y tiene una biografía de lo más peliculera. Kathleen se hizo conocida defendiendo a un tal Larry Eyler, acusado del asesinato de un adolescente. En el transcurso de su defensa, él confesó unos cuantos crímenes más (nada, poca cosa, 21 muertes más). Zellner se vio obligada a mantener el secreto debido al privilegio abogado-cliente. Eyler murió al poco tiempo y Zellner pudo revelar todo lo que sabía y, desde entonces, se prometió a sí misma que no iba a defender a nadie que fuera culpable. Por supuesto, Hollywood ya está preparando una película con toda esta historia.
Pero Zellner no es el único elemento peliculero de "Making a murderer". La tragedia de Steve y Brendan se ha convertido en un espectáculo. Entre los centenares de cartas que le llegan a Steve se cuela una de una mujer (divorciada, rubia, sexy, más joven que él, residente en Las Vegas) que quiere conocerle. Avery se escribe con ella, empiezan a salir... (en el sentido figurado, que ellos lo de salir en plan cena y cine, como que no) y ella aprovecha para contar su historia en la televisión y ganar un dinerillo. Steven se entera de todo cuando ve a su prometida en el "diario de Patricia" estadounidense, un programa llamado "doctor Phil". Discuten, rompen, ella dice que él la ha amenazado, él dice que ella solo busca la fama, ella dice que tiene cartas amenazadoras de él pero que las directoras de "Making a murderer" no han querido mostrarlas... y todo esto, claro está, lo dice en televisión.
A lo largo de esta segunda temporada, Zellner investiga y apunta a otros posibles sospechosos (cuyos nombres no os voy a decir porque hacer espoilers enfada al niño Jesús), pero también vemos cómo intentan sobrevivir los miembros del clan Avery: los padres de Steve, vetustísimos y enfermísimos, pero que no piensan morirse hasta ver a su hijo libre; su hermana, además madre de Brendan... todos con un gusto pésimo para vestirse y todos sin seguro dental.
El gabinete que trabaja en el caso de Brendan Dassey presenta un recurso tras otro. Logran que, primero un juez, y luego dos jueces de tres, decreten que el interrogatorio que se le practicó a Brendan (cuando tenía 16 años y un cociente intelectual justito) era ilegal y, por tanto, deben excarcelar a Dassey. Pero las dos veces la fiscalía recurre y las dos veces frena la liberación de Dassey. A día de hoy continúan metidos en un laberinto legal que recuerda a este momento de "las 12 pruebas" de Astérix y Obélix:
Y Brendan, mientras tanto, sigue en prisión. Ya no es un adolescente con acné, sino un señor muy gordo. No parece que le haya escrito ninguna rubia divorciada de Las Vegas y a mí me sigue dando más lástima que el principio de "Up". ¿Qué hago?, ¿le escribo? Tampoco sería la primera vez, no me fue mal en mi experiencia carcelaria anterior, pero tampoco quiero acabar prometida con Brendan, viviendo en una caravana en el condado de Manitowoc y contando mis penas a un supuesto psicólogo con programa en la tele que se hace llamar "doctor Phil".
Y vosotros, ¿qué me aconsejáis?
Por cierto, no olvidéis que "Loser" está a la venta en la web de la editorial Tandaia.