Revista Diario
Querido estudiante de Medicina, A lo largo de tus seis larguísimos años de carrera y a lo largo de los años de Residencia, oirás muchas veces que hay que hacer curriculum, que el curriculum es importante. Que hay que hacer el doctorado y la tesis, publicar en revistas de impacto, investigar y acumular mérito tras mérito. Lo llaman hacer carrera profesional. Y dicen que "propicia la sana competencia entre profesionales". ¿Para qué? Escúchame bien. El curriculum es importante, no digo que no, pero solo como un paso para conseguir tu objetivo. "Qué objetivo es ese"– me dices. "¿Para qué escogiste Medicina?" – te respondo. Porque si la escogiste por el sueldo, por el prestigio profesional o porque tu padre era médico y había que seguir la tradición, ya puedes ir pensando en otras alternativas para tu futuro. La carrera de un médico es muy dura de por sí, más dura aún cuando no estás dispuesto a dar nada. El objetivo de un médico – te recuerdo – es ayudar al paciente. Ni siquiera curar, porque a veces no puedes curar. El objetivo de un médico es escuchar cuando te hablan y no juzgar: no sabes si en el caso de esa persona habrías hecho lo mismo. "Es un drogata, es un mentiroso, es una simuladora". No es ese tu objetivo. Tu curriculum vitae tiene que estar lleno de vida, de empatía y de paciencia. Aunque te digan que la humanidad está sobrevalorada. Aunque te digan que lo importante es el impacto de tal revista. Aunque tú mismo ese día no estés para nadie. Que tu labor asistencial sea esa, asistir. Nada de malas caras. Nada de palabras crueles aunque las noticias lo sean. Tus pacientes no son máquinas, no son juegos en los que no importa leer la palabra "Game over". Son personas. Como tú. ¿O ya se te ha olvidado ser persona entre tantos apuntes?
Querido estudiante de Medicina, que tu curriculum sirva para que tú sirvas mejor a tus pacientes y que no te sepulte entre miles de datos inútiles. Hazme caso.