Revista Coaching

Querido miedo

Por Juanmarodriguez @juanmariarm

miedoCaminé por lugares iluminados, pues solías merodear en los parajes oscuros. Me cercioré de cada paso que daba, pues sabía tu habilidad para esconderte en falsas baldosas. Busqué la manera de ir siempre acompañado, sabía de tu preferencia por los aventureros solitarios.

Dejé de hacer, para evitar encontrarte.

Dejé de amar, para no sentirme vencido por ti.

Dejé de hablar, para no escuchar tu grito.

Tejí con paciencia la capa de la invisibilidad, de manera que pudiera no ser visto. Borré mi sonrisa, para que no me lanzaras flechas cargadas de llanto.

De tanto evitarte, no me di cuenta que lograste vencerme. Controlabas a cada una de tus compañeras. Las dejabas asomar, pactando con ellas que no se entregaran y se retiraran pronto, pues no eran las protagonistas.  Asumiste el papel principal, cuando no dejas de ser otro secundario.

Pulso ganado que me llevó a entregarte el timón de mi barco. Me engañaste, anunciándome la llegada de unas grandes tempestades. Me obligabas a refugiarme en el interior de un camarote oscuro, frío y con la madera estropeada de recibir mis lágrimas. De esta manera, navegaste a tu antojo por la zona de la comodidad, de la complacencia, de la queja y del lamento.

Del temor a no tener, llegó un momento en que me dió igual perder pues ya me sentía perdido. Tanto me humillaste, que en la humillación adquirí las armas suficientes para ¿vencerte? sé que no podría hacerlo. Siempre te manejas bien en la lucha. Precisamente en la lucha, sacaste cada gota de mí, dejándome vacío. Hoy, me alío a ti. Sé que poniéndote a mi lado, serás uno de mis mejores guías. Me dejé engañar por los temores de otros. Esos que te dibujaban como el mayor de los monstruos y te guardaban bajo sus sillones, queriendo que nadie supiera que eras compañero de sus días y mucho más de sus noches.

Querido miedo, hoy hago y no temo encontrarte. Amo, sin hacer de ello una batalla. Hablo, para escuchar las voces de otros.

Hoy, apreciado miedo, hace tiempo que guardé la capa. Quiero ser visto por los ojos de los demás. Sobre todo, por esos que muestran sus miedos y  los mecen, los acunan. Del mismo modo, que muestran la alegría, la tristeza, la rabia.

Hoy camino por todo tipo de lugares. Viajo solo en multitud de ocasiones y cuando piso una de tus baldosas, sonrío mientras me lanzas tu aterrador mensaje.

“A veces no hay palabras capaces de ayudarnos a ser valientes. A veces es preciso lanzarse, sin más”

(Clarissa Pinkla-Estés)


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