Querido señor Snyder,
Usted no me conoce, y con toda probabilidad, le importe bien poco lo que estoy apunto de decirle, pero no me importa, no soy un tipo rencoroso. Acabo de ver el trailer número 3 de Man of Steel, quizás la gente más común no sepa de lo que le hablo, por eso, ya que usted o su estudio ha evitado nombrar la enésima adaptación del superhéroe de DC Comics como Superman, yo tampoco lo haré en estos momentos.
Pero me estoy perdiendo entre los “slowmos” y la música alta de sus películas. Al ver el trailer un cúmulo de emociones de chichinabo han reblandecido todo mi ser; no se si será por la partitura emocionalmente gratuita de Hans Zimmer, por ese halo modernuqui, sacado del mismo Instagram, que tienen alguno de sus planos (la mariposa oprimida, el cortar cabezas para mostrar la majestuosidad de una capa, que no deja de ser un trozo de tela al viento, etc), o por esa figura deforme que parece un pulpo gigante (ojalá sea un pulpo y no la araña que tanto ha ayudado a Kevin Smith ha dar charlas por los campus universitarios de los uesei), o incluso por ese Russell Crowe salido del proyecto hombre y parece que está apunto de echarle a un bebé Jor-El un poco de alioli y comérselo.
Pero dejando de lado todos esos efectos y parafernalia que parece que contiene su película, Sr. Snyder, sólo quiero comunicarle lo que una y otra vez le pido a los directores que cogen proyectos de superhéroes.
No me falle. No nos falle.
Sí, está bien que ya es la sexta adaptación del American Way of Life a la cinematografía y, que una vez más, parece que se está empeñando en seguir la estela de las anteriores, el humanizar el superhombre por encima de todo. Pero yo creo en usted, y mire que la película de los búhos era rara, pero confío en que su unión con el oráculo de Delfos de la cinematografía actual, puedan hacer por fín la película del hombre de hierro que necesitamos. Que necesita el fan.
Lo espero con todas mis ganas. O no, claro.