Revista Infancia

Queridos Reyes Magos…

Por Pingüicas

Queridos Reyes Magos…

El día de Reyes es un día muy especial para mí por una simple razón: han sido los Reyes Magos quienes me han traído uno de los 3 mejores regalos que he recibido en mi vida.

Vayámonos 6 años para atrás…

Lo recuerdo perfecto. Unos amigos ―que después terminaron siendo compadres― nos invitaron el 5 de enero a partir rosca de Reyes a su casa. Obviamente, como suele suceder en estos días, a todos nos salió el famoso “muñequito” (lo cual, en realidad, es totalmente irrelevante en esta historia. Pero aprovechando la interrupción, les comparto que Pablo insiste en que en la rosca te salen “humanitos”…  no sé bien si esta imagen me provoca más risa que miedo o más miedo que risa).

En fin.

Al final de la cena, llegó la hermana de mi ahora comadre, con globos para que le mandáramos nuestra cartita a los tres Reyes Magos. No tuve que pensarle mucho. He aquí el texto:

Queridos Reyes Magos:  Me he portado bien. Quisiera un… bebé. Muchas gracias, Gaby

La carta de Beto era muy parecida a la mía, pero variaba en un pequeño detalle:

Queridos Reyes Magos:  Me he portado bien. Quisiera un… Ferrari rojo. Muchas gracias, Beto

En cuanto todos terminamos de escribir nuestra cartita, cada quien la amarró a su globo. Sacamos la mano por la ventana y a la cuenta de tres, lo soltamos. Reviviendo momentos de nuestra infancia, nos quedamos mirando hasta que el último puntito desapareció en el cielo.

No miento. Al día siguiente, 6 de enero, me despierto sintiéndome fatal… unas náuseas y un mareo impresionante. Trato de convencerme de que es meramente sugestión. Sin embargo, segundos después, mientras corro al baño, realmente me entra la duda. No sé si ir a comprar una prueba de embarazo o una pastilla para desparasitar.

Desperté a Beto para pedirle que me acompañara a la farmacia. Me llevó, desmañanado y nada contento. Sin embargo, esto cambió en el momento en el que vimos el resultado de la prueba.

¡Sí, los Reyes Magos me habían traído a mi bebé!

Después de mirarnos y abrazarnos con alegría, miedo, ilusión y nervios, Beto salió corriendo para asomarse por la ventana. No había ningún Ferrari rojo. Creo que yo me había portado un poco mejor que él.

Justo seis años después, aquí me encuentro partiendo rosca con Pablo. Y con sus dos hermanos, esperando a ver a quién le sale el “humanito”.  Agradecida con los Reyes Magos.  Agradecida con Beto.  Agradecida con la vida.  Y agradecida con Dios.


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