Revista Salud y Bienestar

¿quién cuida del cuidador?

Por Fat
En Euskadi existen 410.000 personas con una edad igual o superior a los 65 años —según censo municipal de 2009—. Se calcula que de esta cifra aproximadamente dos de cada diez mayores necesitan ayuda para su día a día. Ducharse, vestirse o comer se convierten en tareas casi imposibles que tan sólo pueden realizarlas gracias, en muchos casos, a la ayuda familiar. Un apoyo que suele terminar con consecuencias para el cuidador. "En ocasiones, movidos por la necesidad del momento, se traslada toda la carga que el cuidado de un familiar en situación de dependencia supone a una sola persona", señala Gabirel Azaola, gerente de Grupo Euskoges-Olimpia. "Se trata de una situación común pero desaconsejable. Lo habitual es que terminen por descuidar su propia salud debido al gran desgaste psicológico y físico que esta tarea requiere, dando paso al conocido como síndrome del cuidador quemado". Ante esto los expertos lo tienen claro: "Para poder atender bien, es necesario encontrarse en buenas condiciones", explica Raúl García, psicólogo especializado en tercera edad de Grupo Euskoges-Olimpia. "Hay que aprender a parar. No es posible cuidar de una persona 24 horas seguidas, vivir con ella y atenderle, sin que nuestra salud se resienta". Una situación que genera estrés, frustración y cansancio físico en el cuidador. Se calcula que el 85% de las personas en esta situación padece el Síndrome del Cuidador Quemado. De este porcentaje el 83% son mujeres casadas, mayores de 50 años y dedicadas al cuidado de forma permanente (77,2%). En el 40% de los casos son las hijas de la persona dependiente. -El privilegio del descanso Conscientes de esta situación Grupo Euskoges-Olimpia ha planteado un nuevo servicio. "En muchas ocasiones vienen hasta nosotros personas que, ya sea por motivos económicos o personales, no desean ingresar de forma permanente a sus familiares en un centro especializado, pero que puntualmente necesitan descansar", apunta Azaola. Para ellos han creado una cobertura especial de tal forma que podrán contar con todos los servicios de una residencia en los periodos vacacionales bajo el lema ¿Quién cuida al cuidador? El objetivo es claro: el descanso del cuidador aunque sea durante una semana. Una máxima que no siempre se cumple, de hecho en muchas ocasiones la persona que se hace responsable del familiar no sabe trasladar la responsabilidad a otras personas. "Es importante que estos cuidadores aprendan a confiar en terceras personas. El ingreso del dependiente durante un periodo limitado en una residencia permite romper esta barrera. Siempre es más fácil cuando sabes que van a estar en manos de profesionales", matiza el psicólogo. -Beneficios para ambos Las estancias temporales pueden convertirse en un hábito saludable durante épocas como Semana Santa o verano. Además de suponer un descanso para la persona a cargo del anciano o dependiente, también puede ofrecer beneficios para quienes viven el ingreso en una residencia de forma puntual. Para ello, lo más importante es escoger un centro adecuado a este tipo de estancias. "A la hora de tomar esta decisión debemos buscar una residencia que nos ofrezca espacios hábiles, un entorno natural, un plan de actividades, visitas, etc. Debemos ofrecerle una estancia en un sitio donde puedan desconectar de su día a día", especifica el gerente de Euskoges. Una serie de beneficios que se hacen más evidentes en aquellas personas con movilidad reducida, ya que por un breve periodo de tiempo pueden participar en ejercicios y eventos poco habituales para ellos. "Este tipo de personas son las que mejor se pueden adaptar", concluye el psicólogo. -Cómo plantear el problema Lo primero que hay que hacer es evitar la culpabilidad. En muchas ocasiones se genera un sentimiento de culpa ante la posibilidad de ingresar a un familiar en una residencia. Ante las estancias temporales, "hay que decirles siempre la verdad y mostrarles el problema", apuntan los expertos. "En ocasiones las personas que necesitan de cuidados no son conscientes de la dedicación que requieren". Plantearles los beneficios de su estancia y remarcar que se trata de algo temporal son dos buenos consejos a seguir. "Hay que mostrar esta estancia al dependiente como unas vacaciones necesarias para el cuidador con un principio y un fin claros. De esta forma será más fácilmente asumible para ellos", añade Raúl García.

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