Revisando Linkedin, me he tropezado con un artículo de Pilar Jericó con un título muy llamativo: "El más “listo” no siempre es el mejor jefe". La clave del texto aparece directamente en el primer párrafo cuando la autora afirma que:
"en la mayor parte de las organizaciones la única manera de reconocer a los buenos profesionales es ascendiéndoles".Las organizaciones sanitarias clásicas, basadas en la jerarquía, son un claro ejemplo de lo que cuenta Pilar. En el ámbito hospitalario, por ejemplo, las jefaturas de servicio han sido ocupadas habitualmente por profesionales con un gran prestigio técnico pero que en ocasiones son pésimos líderes. Quizás el problema es la poca diversidad del desarrollo profesional en un hospital: médicos (se puede pasar de facultativo a jefe de sección o servicio, y ya está) o enfermeras (se pasa de enfermera a supervisora de unidad o de área y ya está). Y no existen muchos sistemas de reconocimiento adicionales, y si el único que existe es la promoción, quizás perdamos a un gran cirujano en un puesto de gestión.Una buena opción sería mantener los puestos de jefe/supervisora y crear algún tipo de diferenciación para los profesionales con mayor calidad en su desempeño. De hecho, inicialmente la carrera profesional buscaba realizar esa diferenciación pero con el paso del tiempo se ha transformado en un trienio más. Así, podríamos reconocer el gran trabajo realizado por profesionales de un gran nivel.¿Deben ir las jefaturas asociadas al prestigio? ¿O corremos el riesgo de tener servicios con un elevado nivel técnico y un pésimo liderazgo? Tanto prestigio y tan poco oxígeno...