Quien dio el pelotazo con Tamiflu quiere ahora repetir pelotazo con Sovaldi

En el año 2005 el mundo estaba preocupado por una “epidemia” de gripe aviar. Nunca llegó a ser tal pero entonces Roche, el laboratorio a quien la compañía Gilead le había vendido un medicamento antiviral de nombre Tamiflu, dio un pelotazo vendiéndolo a mansalva. En 2009, el mundo volvió a preocuparse por una “pandemia” de gripe A que, por suerte, nunca llegó. Pero el pelotazo se repitió y con mayores beneficios. Gilead hizo un buen negocio al vender Tamiflu a Roche. Ahora intenta mejorarlo al haber comprado el fármaco para la hepatitis C llamado Sovaldi al laboratorio Pharmasset y ya ha de estar amortizándolo.

El pelotazo con Tamiflu no fue sólo económico también hubo fraude científico. No sólo se aprovechó el miedo de la población para vender enormes cantidades de un fármaco para emergencias que no existieron, no. El medicamento elegido es casi inútil. Como ha publicado el diario El Mundo NO hay pruebas de la eficacia de Tamiflu. Y según argumenta la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) en La verdad sobre Tamiflu: poca eficacia y muchos intereses:

Las evidencias no avalan el uso de Tamiflu”.

Para abundar en ello, la agencia estadounidense de medicamentos, la FDA, (contradiciendo, por cierto, a otra de las grandes instituciones sanitarias del país norteamericano, los Centros de Control de Enfermedades, CDC, deja claro que ni el Tamiflú ni el Rapivab -¿el próximo pelotazo medicamentoso para la gripe que cuesta 1.000 dólares?- reducen ni complicaciones ni muertes por gripe.

Nunca se sabe hasta dónde llegan los tentáculos de determinados personajes. Lo escribo porque uno de los principales accionistas de Gilead, cuando se propagó el miedo a la gripe aviar en 2005 era el ministro de Defensa de USA, Donald Rumsfeld.

Lo cierto es que aún hoy y tras saber todo lo que sabemos sobre estos pelotazos y la inutilidad del fármaco, los CDC se muestran contra la Medicina Basada en Pruebas, la hegemónica y continúan recomendando Tamiflu.

Ahora Gilead está pidiendo en España 60.000 por el tratamiento de los afectados por hepatitis C (Ana Mato, ex ministra de Sanidad dijo que lo habían dejado finalmente en 25.000). En una interesante entrevista que publica El Mundo con el “padre” de Sovaldi, puede leerse lo siguiente:

-Pero fabricar el Sovaldi cuesta la centésima parte de ese precio. Explique a los españoles por qué tienen que pagar tanto.

-El fabricante tiene que recuperar los 11.000 millones de dólares que les costó comprar la patente. También debe costear los fármacos que nunca triunfan en el mercado. Y, por supuesto, ha de obtener beneficios para sus accionistas. Sin eso, nadie financiaría las investigaciones para descubrir nuevos tratamientos. Puede sonar duro, pero es algo que he aprendido a lo largo de mi carrera”.

Yo no dudo que Sovaldi sea tan bueno como dice su descubridor (que cura el 90-95%  de los casos). Pero es de sentido común que si alguien te pide una cantidad tan disparatada por un producto lo primero que hagas es evaluarlo bien.

Por eso escribo que el Gobierno ha de hacer primero una evaluación independiente de los datos sobre eficacia (y seguridad) que le proporcione Gilead (de TODOS los datos pues de Tamiflu se resistió durante años a darlos). Más si cabe con el pasado que tiene esta empresa.

Y después de verificar si son ciertos porque India no ha concedido patente a Sovaldi porque considera que apenas se han hecho unos cambios sobre la molécula inicial sin importancia terapéutica. Para determinar con rigor el precio también hay que hacer una auditoría independiente pues se sabe que lo que cuesta producir Sovaldi está en torno a los 100 euros.

La multinacional Gilead compró Pharmasset -en realidad, sólo les interesaba la molécula PSI-7977, el Sovaldi- por 11.100 millones de dólares. Fue un negocio lucrativo: en el primer semestre de 2014, Gilead facturó 5.800 millones de dólares por el Sovaldi, todo un récord para un fármaco debutante. Este año será el fármaco más vendido.