Elecciones europeas / Foto de Geert Schneider
Hace unos años, Henry Kissinger preguntaba socarronamente: “¿Cuál es el teléfono para llamar a Europa?”. Con esa pregunta evidenciaba la falta de un liderazgo claro en la UE y de una política europea unitaria. Los arquitectos de esta querida casa nuestra empezaron a instalar la línea telefónica en el Tratado de Lisboa de 2009, y dentro de unos meses, el teléfono podría empezar a funcionar a pleno rendimiento.
No se me aburran, vamos a resumir. Desde el Tratado de Lisboa, se supone que los partidos europeos propondrán conjuntamente a un candidato para las elecciones europeas y en casa de ganar, éste se convertirá en el presidente de la Comisión Europea. Digo se supone porque lo que votaremos será una lista -abierta o cerrada en función del país- de candidatos a formar parte del Parlamento Europeo. Después, el Consejo Europeo -la reunión de los jefes de Estado y de Gobierno de los 28- se compromete a tener en cuenta el resultado de las urnas para nombrar al presidente de la Comisión. (Si se hacen lío con las instituciones, al final de este artículo encontrarán una explicación). Si los europeos votamos el Parlamento y a quien dirigirá la Comisión Europea que es el ejecutivo, habrá en principio más integración, más unión y un número de teléfono más claro al que dirigirse.
¿Y quiénes son esos candidatos a presidir el órgano ejecutivo de la UE? Aquí un mini perfil de algunos de ellos en este primer capítulo:
Jean-Claude Juncker, Partido Popular Europeo (PPE). Es el último que se ha sabido. Lo decidieron los miembros del PPE el pasado viernes en Dublín. Rajoy ha apostado por él en vez de por Michel Barnier, actual comisario de Mercado Interior en la Comisión Barroso. Aunque prefería al francés, ha decidido apoyar a Merkel, que apostaba por Juncker, para posicionarse y ganar después su favor en otros movimientos de fichas (todo indica a que Guindos gustaría de ser el presidente del Eurogrupo, la reunión de los ministros de Economía de la zona euro). Juncker fue durante 18 años primer ministro de Luxemburgo, lo que lo convierte en el más veterano de Europa. Pero en julio de 2013 se vio obligado a adelantar las elecciones por un escándalo en los servicios de espionaje. Durante años, los servicios secretos del país cometieron irregularidades que el mandatario ocultó a la Cámara, según denunciaron los diputados luxemburgueses. Las más graves fueron las escuchas, que llegaron a afectar al mismísimo Juncker y al jefe del Estado, el gran duque Enrique. Además, se acusó a los servicios de inteligencia de malversación, -por lo visto se dedicaron a comprar vehículos para uso privado-, y sospechas de que aceptaron pagos a cambio de facilidades en el acceso a determinados cargos públicos. Juncker también fue Presidente del Eurogrupo y las malas lenguas dicen que es aficionado a la bebida, incluso durante las largas cumbres en Bruselas.
Martin Schulz, Partido Socialista Europeo (PSE). Ahora mismo es el presidente del Parlamento Europeo. Es el que más tiempo lleva sonando como futurible presidente de la Comisión. Tiene posibilidades: las últimas encuestas apuntan a una victoria muy ajustada de los socialistas y además es alemán. Merkel podría apostar por él en el Consejo Europeo que tomará la decisión final. Su apoyo habría que entenderlo en clave interna, porque Merkel gobierna en Alemania en coalición con el partido del que procede Schulz. Nació en Helhrath, una ciudad alemana cerca de la frontera entre su país, Bélgica y Países Bajos. La vida entre líneas fronterizas ha marcado la carrera política de este creyente de Europa. Con 31 se convirtió en el alcalde más joven de Renania del Norte-Westfalia, en el municipio de Würselen. Es un apasionado de la lectura. Fue aprendiz de librero al terminar secundaria y en 1982 abrió su primera librería en el municipio del que fue alcalde durante 11 años.
Alexis Tsipras, Izquierda Unitaria Europea (GUE/NGL). Algunos lo llaman el Kennedy europeo. Es el único de los candidatos que se declara abiertamente anti-troika. Su partido propone un nuevo modelo de crecimiento económico que pase por “abandonar los planes de austeridad” para evitar una “catástrofe humanitaria”. También quiere reformar la política agrícola común para garantizar la “soberanía alimentaria”. A su favor, es joven. En su contra, no tiene experiencia en las instituciones europeas. Tiene pocas oportunidades de lograr la presidencia de la CE porque su partido difícilmente logrará ganar las elecciones. Pero cosas más raras se han visto.
En el próximo capítulo, liberales y verdes.
¿Cómo funciona la UE?
Versión resumida. La UE la forma un triángulo de instituciones: Comisión Europea, Parlamento Europeo y Consejo de la UE. A estas se añade el Consejo Europeo. La Comisión es el poder ejecutivo, tiene la iniciativa legislativa, es la guardiana de los Tratados y la que puede retirar una propuesta si no le gusta lo que las otras dos instituciones acaban modificando de ella. La preside Barroso y cuenta con 28 comisarios, uno por país. El español es Joaquín Almunia, que ocupa la cartera de Competencia.
El Parlamento Europeo es la única de las tres que eligen directamente los ciudadanos en unas elecciones que se celebran del 22 al 25 de mayo. Tiene capacidad de decisión sobre el 90% de las propuestas legislativas que impulsa la CE, menos política fiscal y política exterior (sobre esta última, en realidad, la UE no tiene competencias). Las iniciativas de la CE llegan en primera lectura aquí, el Parlamento las aprueba o introduce cambios y la pasa al Consejo. En segunda lectura hace lo mismo, y si se aprueba la ley pasa ya definitivamente a los ordenamientos nacionales. España aporta 54 de los 750 eurodiputados.
El Consejo de la UE es el Consejo de Ministros. Reúne a los responsables de cada materia. Ana Mato acude -o debería, porque por Bruselas se le ve poco el pelo- al Consejo de la UE de Salud, como Cañete acude al de Medio Ambiente o de Guindos al Ecofin, que es el nombre que recibe el Consejo de Economía y Finanzas. Decide sobre las iniciativas de la CE. Sobre todas, incluidas política fiscal y exterior, no el 90% como el PE. Tiene que negociar las leyes con esa institución. En la práctica, es la institución que acaba teniendo más poder.
El Consejo Europeo es la reunión de jefes de Estado y de Gobierno de los 28. Con el Tratado de Lisboa pasa de reunión a institución. Toma las grandes decisiones, económicas y de exteriores, y ha sido decisivo durante las crisis del euro. En la práctica, es quien orienta el timón de la UE.
ESPERANZA ESCRIBANO, Bruselas
@eeclaramunt