Revista Cultura y Ocio

¿Quién envenenó a los hijos de Goebbels?

Por Grisom_es @JuanjoOrtizCruz
Hasta el día de hoy, el asesinato por envenenamiento de los seis hijos del jefe de propaganda nazi Joseph Goebbels sigue estando envuelto en un halo de misterio, aunque todas las hipótesis marcan como principal sospechosa a su madre, Magda Goebbels.
En el búnker de Hitler pasaran los últimos días de sus vidas, pero los niños no lo saben. Helga, de 12 años, tiene los ojos y el cabello oscuro de su padre, Joseph Goebbels. Hildegard “Hilde” con 11, son las mayores. Luego están Helmut, Holdine "Holde", Hedwig "Hedda" y Heidrun "Heide".
El nombre de cada niño evoca el nombre del Führer, para quien Goebbels trabaja como jefe de propaganda. El único muchacho de la familia se llama Helmut, un niño de nueve años.

hijos de Goebbels

Harald Quandt (de uniforme) era hijo de un anterior matrimonio de Magda.

Berlín, finales de abril de 1945, la Cancillería del Reich. El búnker de Hitler, bajo tierra debajo de la Cancillería, es un lugar de hormigón gris, pasillos estrechos, puertas de hierro y luz fría. No es un lugar acogedor, especialmente para los niños que, solo unas pocas semanas antes, vivían una vida despreocupada e inocente, jugando con gatos y perros en una granja lejos de Berlín.
Los soldados rusos están a solo unos cientos de metros de distancia, y todos en el búnker piden a Joseph y a Magda que lleven a los niños a un lugar seguro. Incluso Hanna Reitsch, una célebre aviadora alemana, que voló a Berlín para sacar a Hitler de la ciudad sitiada les dice: "Dios mío, señora Goebbels, los niños no pueden quedarse aquí, aunque tenga que volar 20 veces para sacarlos de aquí". Pero los Goebbels siguen siendo inflexibles.
hijos de GoebbelsMagda rechazó varias ofertas para sacar a los niños de Berlín, como la de Albert Speer. Los niños parecían no darse cuenta del peligro inminente, pero la hija mayor, Helga, parecía sentir que los adultos le estaban mintiendo sobre el resultado de la guerra y les preguntó qué les sucedería.
El operador de radiotelefonía del búnker Rochus Misch fue uno de los últimos en ver a los niños vivos. Estaban sentados alrededor de una mesa mientras su madre les cepillaba el pelo y los besaba, todos vistiendo camisones ya que estaba cerca de la hora de acostarse. Heide, de 4 años, se había subido a la mesa. Helga, a quien Misch llamó "la más brillante de los niños", estaba llorosa justo antes de irse a dormir en esa noche final y tenía una expresión sombría. Misch advirtió que Helga sentía poco cariño por su madre. Magda tuvo que empujar a Helga hacia las escaleras que daban al dormitorio. Heide, que tenía amigdalitis y llevaba una bufanda alrededor del cuello, se volvió para mirar a Misch, riendo y bromeando diciendole: "Misch, Misch, du bist ein Fisch" (Misch, Misch, eres un pez), justo antes de que su madre se los llevara arriba. Misch recordó más tarde que sospechaba lo que iba a ocurrir y que siempre lamentaría no haber intervenido.
Para Magda, que es una fanática nazi que seguiría a Hitler a donde fuera, es mejor para sus hijos morir que vivir en desgracia y humillación. Joseph teme que Stalin pueda llevar a los niños a Moscú, donde les haría un lavado de cerebro para convertirlos en comunistas.
Historias de brutalidad y violación de las tropas soviéticas que avanzaban circulaban por todo Berlín, y hubo mucha discusión en el Führerbunker sobre si el suicidio era el medio medio para escapar de la humillación o el castigo que le darían los soviéticos. El matrimonio Goebbels y sus hijos estaban dispuestos a no abandonar Berlín por "razones de humanidad y lealtad personal" hacia el Führer.

hijos de Goebbels

Rochus Misch

Al día siguiente, Magda y Joseph Goebbels piden a Helmut Kunz, un dentista de las SS, que inyectara morfina a sus seis hijos para que, cuando estuvieran inconscientes, se pudieran romper las ampollas de cianuro en la boca y que no sufrieran dolor. Según el último testimonio de Kunz, inyectó morfina a los niños, pero fue Magda y el SS-Obersturmbannführer Ludwig Stumpfegger, el médico de Hitler, quien les administró el cianuro.
Rochus Misch dijo que Werner Naumann le contó que había visto al Dr. Stumpfegger darles a los niños algo "endulzado" para beber. Otra versión cuenta que a los niños les dijeron que se irían a Berchtesgaden a la mañana siguiente, y que la morfina se la administró Magda para sedarlos. Erna Flegel afirma que Magda tranquilizó a los niños diciéndoles que necesitaban tomar la morfina porque permanecerían en el búnker durante mucho tiempo.
El periodista James P. O'Donnell, autor del libro "The Bunker" junto al también periodista alemán Uwe Bahnsen, concluyó que, aunque probablemente Stumpfegger estaba involucrado en drogar a los niños, Magda los mató. Supuso que los testigos culparon de las muertes a Stumpfegger porque era un blanco conveniente, ya que murió al día siguiente. Además, Magda parece que había contemplado y hablado de matar a sus hijos al menos un mes antes.
Después de la guerra, la cuñada del industrial de la automoción Günther Quandt, Eleanore, recordó que Magda dijo que no quería que sus hijos crecieran sabiendo que su padre había sido uno de los principales criminales del siglo XX y que la reencarnación podría darles a sus hijos una mejor vida en el futuro.
En una carta escrita a Harald Quandt, su hijo de un anterior matrimonio, finales de abril de 1945, Magda le cuenta:
No merece la pena vivir el mundo que viene detrás del Führer. Por eso también he tomado a los niños, porque sería dolorosa la vida que llevarían después de nosotros. Un Dios misericordioso me comprenderá cuando yo misma les dé la salvación. 
hijos de GoebbelsLos cuerpos de los niños, en camisón y pijama, con cintas atadas en el pelo de las niñas, fueron encontrados en las literas de dos niveles donde fueron asesinados, cuando las tropas soviéticas entraron al búnker un día después.
Una autopsia soviética realizada al cuerpo de Helga observó "varios moretones negros y azules", lo que podría indicar que se despertó y luchó con su asesino. Una fotografía tomada durante la autopsia mostraba fuertes moretones en la cara de la niña. Las lesiones aparentemente fueron causadas cuando se la forzó a morder la cápsula de cianuro.
Para saber más:
La Región
El Diario
El Mundo
Military History
The Telegraph
Ranker

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