Se denomina Espíritu Santo o Paráclito (del griego “parakletos”: “aquel que es invocado”) a la plasmación efectiva y concreta del Amor o Espíritu en cada una de esas modalidades y formas de existencia: el Espíritu Santo es la presencia concreta y específica del Amor o Espíritu divino, Manifestación de los que es Inmanifestado, en cualquier forma de vida concreta, sea inmaterial o material, de las infinitas que configuran la Creación.
El Espíritu o Amor es uno. Y las formas de vida y existencia también son realmente una (Una Vida, Una Consciencia: Un Ser y Una Experiencia de Ser), por cuantiosas e infinitas que sean, aunque admiten una diferenciación aparente entre sí debido a sus múltiples y distintos niveles de condensación y frecuencia vibracional. Por esto, aunque la Inmanencia de Dios es global y total (en lo Manifestado se halla inherente lo No Manifestado), hay también que contemplarla en términos de presencia efectiva del Espíritu o Amor en cada una de esas modalidades de existencia.