Y todavía siguen con la misma cantinela de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Acusación generalizada, más falsa que un euro de madera, que lo único que pretende es echar humo sobre la crisis para que no se vean los verdaderos culpables.
Sí, es verdad que ha habido quien ha vivido por encima de sus posibilidades. Pero no todo el mundo, ni mucho menos. Más bien unos cuantos, que son los que nos han jodido la vida a la gran mayoría.
Y visto que se dedican a proclamar por activo y por pasivo esa famosa frase de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, sería conveniente poner un filtro y ver quienes han sido los verdaderos vividores, los que nos han metido en este pantano de miseria.
- Para empezar: los bancos. Esas entidades que se han dedicado a especular y a dar créditos a sabiendas de que había grandes riesgos. Eso sí, conociendo a priori de que su riesgo era mínimo pues el gobierno no dejaría nunca quebrar un banco, por lo que contaban con el aval estatal y de ahí su atrevimiento. Entre las instituciones financieras, las Cajas de Ahorro han sido las que más han cubierto el cupo del despilfarro y de la desvergüenza. Un desaguisado que nos ha costado más de 60.000 millones de euros a los ciudadanos.
- Directivos de empresas publicas y privadas que con sus sueldos millonarios han incrementado la miseria de los demás. Precisamente los de las Cajas quebradas han sido el ejemplo más ilustrativo. Han hecho quebrar sus entidades mientras que se han blindado con sueldos e indemnizaciones de despidos multimillonarias
- Grandes constructoras e inmobiliarias, que al albor de una ley del suelo favorable y de unos bancos que no han escatimado en concederles créditos, se han forrado vendiendo viviendas a un precio muy por encima de su valor y han creado, junto a las entidades financieras, una burbuja inmobiliaria que nos ha estallado en toda la cara y que ha incrementado, de forma considerable, una crisis financiera internacional.
- Gobiernos autonómicos y municipales. La necesidad inventada de que cada virrey –comunidad autónoma o ayuntamiento importante— tenga su televisión (o televisiones a su servicio), su aeropuerto, AVE y tantos otras actitudes megalómanas que nos han llevado a unos gastos muy por encima de los deseables. La Comunidad Valenciana –no es la única— se ha llevado la palma. Monumentos, edificios, aeropuertos innecesarios, rescates de autovías y hospitales privados, y gigantes e innecesarios gastos en actos conmemorativos, deportivos, culturales y religiosos, han provocado situaciones de quiebra o próximas a la misma, en comunidades y ayuntamientos.
- Los defraudadores fiscales. El 80% del fraude fiscal se comete en grandes empresas y grandes fortunas y representa un 23% del PIB, lo que deja de sumar al erario público unos 88.000 millones de euros al año. Todo esto con la complacencia del gobierno central que en vez de poner recursos – por ejemplo, aumento de inspectores de Hacienda— para acabar con el problema, pone en marcha una amnistía fiscal.
- Las altas deudas a la Seguridad Social y a Hacienda de empresas importantes. De destacar las de los clubes de fútbol que han gastado ingentes sumas en fichajes, sin que pagaran sus deudas. Todo ello consentido por el Ministerio de Hacienda.
- Los malos negocios del gobierno central. Por ejemplo, el alto coste de las infraestructuras españolas. Siempre se ha gastado mucho más de los presupuestado y en algunos casos hemos llegado a pagar obras al doble que las ha pagado Alemania.
- Una Administración cargada de entes inútiles, que se podrían reformar para que funcionaran o eliminarlos. Hoy son el paraíso de políticos de baja estopa o el lugar donde se pueden obtener recursos fáciles. Casos conocidos e importantes son el Senado, el Tribunal de Cuentas, las Diputaciones provinciales, entre otros.
Seguramente hay muchos más, pero aquí hemos citado algunos implicados, y que no nos vengan con cuentos de que los ciudadanos hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. El simple ciudadano ha vivido o sobrevivido como ha podido. Y si en algún caso ha obtenido créditos por encima de su cobertura potencial, la responsabilidad está compartida –cuanto menos— con el instituto financiero que los concedió, y poco tiene que ver con la responsabilidad de la crisis.
Salud y República