¿Quién inventó la homeopatía?

"… Parecióle después que, en esto, se gastaba mucho, y dio en solo asomar el tocino a la olla. Dábase la olla por entendida del tocino".
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Los remedios "infalibles" contra todo tipo de dolencias o los "ingenios" caseros para prevenir males venideros proceden de antiguo.
Y no nos referimos a aquellos que incluyen el uso o consumo de productos naturales con probados efectos benéficos, como la corteza de sauce, de donde sale al ácido acetilsalicílico, el eucalipco, la jalea real, el ginseng, las diversas raíces, infusiones, decocciones, lixiviados, inhalaciones… con efectos antipiréticos, analgésicos, estimulantes y/o relajantes…
Ni a las llamadas sustancias estupefacientes tan utilizadas en la América precolombina o desde la antigüedad en Asia, Oriente Medio, hasta el mediterráneo.
Pero no este el lugar para extenderse en medicina natural. Nos referimos a los remedios homeopáticos, tan extendidos como poco (nada) efectivos.
Díganme, si no, cómo se puede calificar al baño en la laguna Estigia que padeció Aquiles cuando su madre, advertida por un oráculo de que su hijo iba a morir joven en Troya, decidió sumergirlo en las aguas para hacerlo inmune a cualquier ataque.
Como sabrán, para tan inaudito bautismo (muchos siglos años antes de la escena en el río Jordán entre Juan Bautista y Jesucristo), "mamá" Tetis tuvo que sujetarlo por los talones para la inmersión, dejando así un inesperado punto débil que a la postre le costó la vida al héroe homérico.
¿O cómo calificar las lamentables "sangrías" que se aplicaban a los enfermos de todo tipo de dolencias y que más que sanar agravaban el estado del paciente?
Conviene matizar que no todos esos dudosos remedios eran tan penosos. En la Edad Media se consideraba que el Mal de amores, tan habitual entre los caballeros de alta alcurnia, lo provocaba un exceso de "bilis negra" y una de las prescripciones facultativas habituales era el coito, incluso con alguien que no fuera la amada. Imaginen una receta médica escrita en estos términos: "tener relaciones sexuales con jóvenes especialmente placenteras. Aunque el "amor cortés" vino a poner un poco de juicio a estas prácticas, personajes como La Celestina apostaron por las soluciones más mundanas y menos heroicas.
El Bálsamo de Fiera Bras del Quijote es otra muestra del homeopatía ya que sus efectos eran selectivos: solo hacía efecto en los caballeros mientras que a los escuderos les sentaba fatal, como el pobre Sancho puede acreditar, visto el efecto que lo provoca a él:

En esto, hizo su operación el brebaje, y comenzó el pobre escudero a desaguarse por entrambas canales, con tanta priesa, que la estera de enea, sobre quien se había vuelto a echar, ni la manta de anjeo con que se cubría, fueron más de provecho. Sudaba y trasudaba con tales parasismos y accidentes, que no solamente él, sino todos pensaron que se le acababa la vida. Duróle esta borrasca y mala andanza casi dos horas, al cabo de las cuales no quedó como su amo, sino tan molido y quebrantado, que no se podía tener. (Parte I, capítulo XVII).

Pero a lo que vamos; si tenemos que establecer un auténtico inventor de la homeopatía, con un matiz actual, ese fue el Domine Cabra en El Buscón, de Francisco de Quevedo. Lean, si no, este pasaje:

"Tenía [el dómine] una caja de hierro, toda agujereada como salvadera, abríala y metía un pedazo de tocino en ella, que la llenase, y tornábala a cerrar, y metíala colgando de un cordel en la olla, para que la diese algún zumo por los agujeros, y quedase para otro día el tocino. Parecióle después que, en esto, se gastaba mucho, y dio en solo asomar el tocino a la olla. Dábase la olla por entendida del tocino".

Ese tocino hizo el mismo trabajo que la homeopatía: nada.
Ay! Domine Cabra, aquel que dio nombre a la expresión Como chupa de domine…