Me voy a la ducha, nocturna, abro el grifo despacio, con tiempo, hasta el final: agua muy caliente para no recordar que hoy ya no puedo más, el chorro casi hirviendo directo sobre las cervicales, riachuelos de vaho corriendo por el cristal de la ventana y humo desde mis hombros. No quiero salir, no quiero ver mis apuntes, no quiero saber que se me acumula otra vez trabajo ya atrasado del colegio. Él estará haciendo la cena ahora, tal vez, para dejarme así a mí unos minutos más enfrentada a mis esquemas, resúmenes, pinturas de colores marcando títulos y conceptos a recordar, ideando listas y dibujos como reglas mnemotécnicas. Me abrasa el agua en los hombros, la espalda, el punto de agudo dolor punzante de la espalda y pongo mi mente en blanco-yoga. No sé quién inventó los exámenes orales.
