Revista Comunicación

¿Quién le pone el cascabel al gato 2.0?

Publicado el 09 junio 2011 por Jmbolivar @jmbolivar

gato y cascabel ¿Quién le Pone el Cascabel al Gato 2.0?

Whiskers, cortesía de Stuart Richards

La [r]evolución de la llamada Web Social, también conocida como Web 2.0, no es sólo un fenómeno creciente sino también imparable. Cada vez son más las personas que participan en esta red mundial para comunicarse, aprender, hacer negocios o entretenerse, entre otras muchas posibilidades.

El ritmo de cambio, en uso, hábitos, valores, tecnología o consecuencias, es enorme. Por el contrario, la inmensa mayoría de las organizaciones públicas y privadas ponen de manifiesto una vez más que agilidad y tamaño no suelen combinar bien.

Yo descubrí Internet, cuando ésta aún no estaba accesible para el gran público, gracias a trabajar en una gran empresa como HP. En aquella época, los empleados no sólo teníamos acceso a Internet sino que el equipo informático a nuestro alcance era mucho mejor de lo que cualquiera de nosotros podíamos permitirnos tener en casa para uso personal.

Cuando abandoné HP, diez años después, mi ordenador doméstico era equiparable en prestaciones al que por entonces usaba en el trabajo. Además, ya tenía línea ADSL en casa, aunque fuera sólo de 256Kb. Hoy, seis años más tarde, mi equipo informático personal es claramente mejor que el que uso en mi empresa, a pesar de tratarse de una empresa líder en innovación que renueva su parque tecnológico con frecuencia, y el ADSL de casa va mucho mejor la red de la oficina.

¿Qué significa esto? Pues sencillamente que, como decía recientemente Genís Roca en el TEDxMoncloa, las personas ya no solo utilizan tecnología y trabajan en redes dentro de la empresa de la que son empleados, sino que la han integrado en sus vidas y la utilizan habitualmente fuera de ella a título individual.

Esto se debe en gran parte, explicaba Genís, a que la empresa ha dejado de ser la fuente principal de información, formación, herramientas y networking para pasar a ser simplemente una fuente más y no precisamente la más relevante.

Muchos empleados de muchas organizaciones tienen ya sus propios entornos personalizados de aprendizaje porque la nueva intranet se llama Internet. Entre estos muchos empleados hay sin duda mandos intermedios, superiores y, muy probablemente, algún que otro directivo.

Si todas estas personas aprenden, se relacionan, resuelven problemas, hacen networking y se divierten en red, ¿por qué entonces las empresas en las que trabajan siguen, en su inmensa mayoría, ancladas en el paradigma del control en lugar de avanzar hacia estructuras en red?

Creo que es porque nadie se atreve a ponerle el cascabel al gato [2.0].

La estructura en red choca frontalmente contra los habituales repartos de poder existentes en las empresas y los que más tienen que perder, en cuanto a privilegios, son precisamente los que deberían tomar la decisión de cambiar.

Sin embargo, no todo está perdido. Aunque las oligarquías que controlan las organizaciones tradicionales no quieran entender que tienen los días contados, la realidad es terca y se acabará imponiendo. No hablo de sustituir las jerarquías por democracias ni anarquías. Como ya he dicho en alguna ocasión, las empresas existen con un fin que prevalece sobre los demás: el beneficio; y si es acompañado de crecimiento, mejor. Los empleados y clientes son sólo medios supeditados a la consecución de ese fin.

Pero lo que no está demostrado es que la jerarquía sea la única estructura que haga posible la consecución de ese objetivo, ni tampoco que sea la que mejor lo permite. En entornos de trabajo tipo cadena de montaje la jerarquía era una estructura útil y eficiente; en la era del trabajo del conocimiento, la jerarquía es un lastre a la innovación y a la colaboración.

Por eso la forma de acabar con las jerarquías en las organizaciones es demostrando que las redes son más eficientes que ellas a la hora de lograr los resultados económicos deseados. Cuando eso ocurra, por muchos intereses personales que haya de por medio, la jerarquía sucumbirá como forma de organización ante otras estructuras que respondan mejor a las necesidades actuales.

Además, todos podemos contribuir a que este cambio tenga lugar. Tú ya sabes que el control es sólo una ilusión. Por muy alto que sea el muro del firewall de tu empresa, siempre puedes saltarlo con tu dispositivo móvil.

Si ya has descubierto las posibilidades del trabajo en red, contagia el virus a tus compañeros o a tu equipo, si lo tienes. Enséñales cómo pueden disfrutar más con su trabajo siendo además más eficientes y eficaces. Si diriges un departamento, estructúralo en redes. Comparte lo que sabes, colabora, aprende, innova y experimenta en tu entorno laboral con las cosas que has descubierto y probado fuera y que te han funcionado.

Si es preciso, acostúmbrate a tener que pedir perdón de vez en cuando, pero no pidas nunca permiso, porque el futuro lo construyen quienes hacen algo más que imaginarlo.

Ganarás tú, ganará tu organización y ganaremos todos.

 


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