Revista Videojuegos

¿Quién quiere novedad?

Publicado el 25 agosto 2011 por Mugen

En la Gamescom pudimos ver una serie de títulos que no buscan traer innovación a nuestras vidas ni inventar nuevas fórmulas jugables. Secuelas que lo que quieren es ser más grandes, espectaculares y mejores.

¿Quién quiere novedad?

¿Para qué inventar un nuevo donuts si podemos ponerle chocolate al de antes?

Sin duda alguna, el videojuego que mejor sirve de ejemplo para esto es Skyrim, la quinta parte de The Elders Scrolls presenta una grandeza inusual. Con ese “V” el título se ha vuelto más elegante con relación a su predecesor, los menús son más limpios y se han reorganizado para poder dar cabida a tanto sortilegio y cacharrada varia, el personaje principal se muestra más robusto y propio del entorno, así como los enemigos. La inmersión es increíble, cuando golpeas a algo o a alguien sientes el golpe, ahora con esa cámara lenta tan efectista de Fallout 3 que salta al rematar el enemigo (esperemos que no se vuelva tan repetitiva como la aparicion de el actor secundario Bob en los Simpsons).

En la Gamescom enseñaron una demo jugable de un cuarto de hora aproximadamente; reconocer que estaba tan cansado ese día que estuve a punto de dormirme hacia el final de la misma, pero no era culpa ni del animado speaker que parecía que nos estaba vendiendo “Calgón, no más lavadoras sin cal” que un videojuego, ni tampoco de la presentación en sí, que con el sonido a todo volumen, hacía que los gritos de los dragones que teníamos que liquidar retumbaran por todo la sala. Estas adorables lagartijas, además de ser el emblema del juego, son el ejemplo claro del tamaño de las criaturas a las que vamos a dar caza y cómo vamos a hacerlo. La ejecución de poderes con ambas manos permite combinaciones tan interesantes como crear círculos de protección y freír desde su interior a los enemigos o desatar una tempestad que dejé fritos a lo dragones voladores, activar hechizos para comprobar si hay vida que nos asedia o ,directamente, matando a espadazos bastardos.

El juego ha avanzado mucho desde el tremendo Oblivion con el fin de pulir su ya fantástico mundo, hacer de cada combate algo sorprendente y hacerlo todo mas creíble. Lo único con lo que nos quedamos un poco moscas fue con que no se enseñó un acceso rápido a las armas y poderes, sino a través de los menús y una extraña linealidad en la mazmorra mostrada; pero vamos que el título es todo un ganador.

Otro juego que sigue en la misma línea es Diablo III, el videojuego que para echar una partida había que comerse colas de tres horas (mil gracias de nuevo a quien tuvo a bien entregarnos el bat-pase de prensa que nos hizo obviar las esperas). Sin ser yo muy jugador de Diablo II, apenas unas partidas en su momento, no como otros que devoran este título sin compasión, he de decir que, jugablemente, es un título perfecto y a éste sí que le echaré horasa. No noté mayores diferencias entre aquella segunda parte y esta tercera salvo por una mayor integración entre los poderes a desatar, el entorno y los propios enemigos, algo a lo que se llega por casualidad al evolucionar el personaje en una u otra dirección.

A simple vista, no es nada del otro mundo visualmente hablando pero la cantidad de bichos que mueve en pantalla en los que se ven atisbos de inteligencia y estrategia (La de los zombie es “ceeerebros” ¡Pero ésa no os funciona! “Pues más cereeeeebros”) es todo lo que uno necesita; además el juego es brillante, luminoso y lleno de humos y luces y claro está, como estos se tiran siglos entre videojuego y videojuego no necesitan ofrecer algo a un jugador ansioso de lo mismo ¡Menudos maestros son los de Blizzard de mejorar lo inmejorable!

Puliendo el título en el contenido pese a que la forma parezca similar, tenemos también Dark Souls, que es como su predecesor pero más intenso y con más de su extraño sentido del humor. No puede evitar reírme cuando en la demo a la que tuvimos acceso, el camino se bifurca en dos, giro a la izquierda y me encuentro con un dragón enorme y no sé cuantos caballeros armados hasta los dientes a su lado. Bajo la cabeza y me encuentro escrito “el dragón es peligroso”. Risas y mejor me voy por la izquierda donde un jabalí me esperaba a mí y a mi espada. Para acabar con él había que jugar con el entorno, con sus propias debilidades y con los enemigos colindantes, para mí una experiencia sobresaliente… pese a que los enemigos siguen enganchándose en tu pierna cuando pasas sobre ellos como si fueran una cagada de perro.

En estos títulos de entorno abierto, gigantescos mapeados y donde lo que uno realmente quiere es que le den nuevas y mejores herramientas, una jugabilidad pulida y de nuevo a viciar como si no hubier mañana (para innovar ya está Dishonored), se acepta perfectamente esta manera de trabajar; sin embargo hay otro género que, a mi gusto, necesita siempre aportar un puntito de frescura y de innovación y que si no viene con el título o esta innovación está mal entendida, hablo de Super Mario Land 3DS.

El nuevo juego de Mario para la portátil de Nintendo (Gracias a dios en la feria había juegos nuevos para este sistema, porque lo de la 3DS es desesperanzador y por cierto en Colonia ya estaba a 149 euros… mmm… tentandor) no me acabó de gustar.

Aprovecha las tres dimensiones y en ese sentido se podría considerar que sí aporta esa novedad que un género tan veterano como son las plataformas necesita; pero es un título lento. La cámara está demasiado cerca del personaje para aprovechar esta profundidad con lo que algo que a mí tanto me gusta de Mario y que tan bien funcionó en N64 y en los Galaxy, aquí no lo hace tan bien: correr. Mario apenas corre porque no tienes muy claro a donde ir, esto sumado a que los puzles y situaciones plataformeras te obligan a emplear con cuidado las diagonales de un stick insuficiente, no conseguir lo que te propones es una constante. Habrá que ver cómo el juego evoluciona hasta llegar a nuestras manos porque, me temo, que esta vez las ganas de innovar le van a pasar factura.

Otro que tal baila es Sonic Generations, ese título donde no se pretende para nada regalar algo nuevo, sino un ¡Vale, hagámoslo! a la pregunta “¿Y si pasamos de Sonic 4, hombres lobo, de pelearnos entre si 3d o 2d y todo eso y cogemos todo lo que tenemos, lo volvemos a juntar y a ver qué pasa?”; pues pasa que el juego se siente genial, aunque es un poco lastimoso haber visto al personaje dando tumbos de un lado a otro hasta que alguien ha tenido la idea de volver a empezar. Sin innovación pero con buenas ideas, veremos.

Qué bonito es ver cuando se intentan afilar fórmulas casi perfectas como Skyrim o Diablo III y cuando quieres hablar de ellos sólo te sale decir “¡Más y mejor, la polla, toma Bethesda y Blizzad y llévate mi vida social y mi dinero!”

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