Revista Opinión

Quien ríe el último, ríe mejor.

Publicado el 10 abril 2013 por María Pilar @pilarmore

Quien ríe el último, ríe mejor.

La guerra de las bacterias

"En el día de hoy, cautivo y desarmado..." La batalla ha sido una confrontación sin igual, hemos luchado cuerpo a cuerpo, al final hemos sido vencidos y el pequeño ejército familiar ha quedado destrozado.

Cuando nos llegó la primera avanzadilla, la obligamos a retirarse con cajas destempladas, aquí no tenía cabida y la derrotamos con contundencia. Entre los virus se extendió la alarma, nos habíamos atrevido a ridiculizar a sus hermanos y la respuesta no se hizo esperar: todos los virus del mundo se aliaron para demostrar que quien ríe el último ríe mejor. Empezó la venganza. Negociaron con las bacterias el prepararlas el terreno y una vez que lo tuvieran,  para ellas sería coser y cantar. Parece que algún virus se quedó dentro de nuestra casa en estado latente y cuando llegó el gran cuerpo de batalla, le abrió la puerta a traición, como en Troya. Se coló un ejército formado por millones de elementos todos muy bien equipados, que nos dejó muy tocados, pero no hundidos. La invasión se produjo por el flanco más débil —la pequeña de la familia—, demostrando que son grandes estrategas y saben golpear al adversario allá donde más le duele. En el fragor de la batalla, un nuevo traidor inesperado hizo coalición con el enemigo: el tiempo. En Vitoria cayeron las temperaturas y, cuando nos creíamos envueltos en una preciosa primavera, amanecimos cubiertos con una capa de nieve de 15 cm. Los virus se quedaron al calor del hogar y siguieron engordando a nuestra costa. Como en la Invencible, aquí también, el tiempo jugaba en campo contrario.

Aprovechándose de la situación, llegó el ejército bacteriano que nos arrasó. Las bacterias entraron a tropel y empezaron a celebrar su orgía. Astutas ellas, conocen las armas de destrucción masiva con las que contamos: los antibióticos, y nos hacen cuchufletas.

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