Revista Mundo animal

"¿Quién se hace cargo del abandono?"

Por Losperrosdelcamino
Son mas de las 23 hrs. La luna nos ilumina gran parte del camino, el silencio se hace sentir, y el olor a perros muertos se huele en el ambiente. Ya ni siquiera están encendidos los faroles de la energía eléctrica que hace un tiempo la municipalidad mantenía prendidos como protegiendo en parte a las personas que habitan el lugar de acontecimientos indeseables.
Conversando con algunos residentes, nos informan que siguen llegando perros abandonados al lugar. La perrita blanca que fueron abandonar junto a sus dos cachorros, anda histérica corriendo de un lado para otro, auto que asemeja detenerse corre a oler, intuyendo quizás fueran sus amos los que la irían a buscar.  Cada auto es una desesperanza mas. Vuelve a correr  esconderse. Es una perra blanca, mestiza de maltes con pequinés, muy delgada, insegura e intranquila. Va hacia a nosotros y vuelve arrancar. Se pierde en la oscuridad entre los matorrales. Bolsas de basuras por montón, desechos de escombros, muebles y colchones hay por todas partes en las orillas de la carretera. Los potes donde dejamos agua, están vacíos, con excepción de los insectos muertos y hojas caidas dentro.  Algo de pan duro sucio  yacen sobre la tierra.  No hay nadie en el lugar.
A medida que vamos subiendo  las luces altas del auto, nos muestran el nuevo panorama que se hace sentir ante nuestros ojos.   Es escalofriante lo que se viene. Los pelos se ponen de punta.  Al ir avanzando vamos viendo a los nuevos perros abandonados que gracias a un negligente reportaje han llegado al camino.
Ahi están ellos, sin saber por que están ahí. Uno asoma su frágil cabeza a través de los cierres con alambres púas, para luego los demás comienzan a salir. Son alrededor de ocho a nueve perros nuevos, recién llegados, inseguros ante lo desconocido. Nos miran con asombro, con miedo, cuesta llegar a ellos. Al son de detenernos corren a esconderse. Nos observan de lejos, en son de alerta ante un ataque.  Nos detenemos despacio. Y pienso en aquellos que los fueron a botar creyendo que el lugar es un vil basurero de perros sin dueños. Me pregunto si al colocar la cabeza en sus almohadas, ¿podrán dormir tranquilos después de haber cometido tal denigrante fechoría?...mi  fiel compañero responde.  Seguro, si ya no les molesta en sus casas. Ya ni siquiera hecho maldiciones, es la ignorancia lo que los hace tomar tal desición. Lo oscuro de sus almas les sale a flote. Quiero confiar en Dios que El, un día se las cobrará. Estoy segura que asi es. Lo he visto muy de cerca, incluso en aquellos que dicen ser proteccionistas como se las han cobrado. A todos nos llega la hora.   Y cuando lo he visto, solo le doy gracias por hacerlo. Quiero confiar que así será.  Mas de alguno de aquellos seres humanos que fueron a botar a su mas fiel amigo, deben tener hijos, confío en que un día sus hijos también los abandonen como  lo hicieron con aquellos inocentes.
Me bajo, les converso, e intento ganarme su confianza. No se que tiene mi voz que algunos de ellos se acercan a olerme. Me quedo quieta, no tengo miedo. Estoy allí bajo mi voluntad. Nadie me lo exige, solo mi amor hacia ellos.  No hay nada. Corto un bidón para dejarlo lleno de agua, aunque esa agua se la devoran y vuelvo a llenarlo. La desesperación por tomarla hacen que se peleen entre ellos. Volvieron las peleas por la subsistencia de la vida. Saco mi voz lo mas ronca, dura, les llamo la atención. Tienen que aprender a comportarse, a compartir, a esperar su turno para meter su cabeza en el pote. Algunos se asustan y se retiran, otros me observan de lejos con temor. Es el comienzo de volver a domesticarlos. Tengo paciencia y don natural de hacerlo. Alli estoy, con mis manos casi vacías tratando de acariciarlos. No se dejan. Saco alimento barato, del mas malo, pero en esos momentos es un rico manjar a su paladar.  Se los dejo directo en el suelo, lo mas retirado posible.  Otra vez peleas, el mas grande le saca la cresta al mas chico, entre grandes pelean casi hasta matarse, hasta que el mas débil baja la cabeza en son de sumisión. El otro vuelve apoderarse de la comida.  Triste. Es la vida de unos seres inocentes sin razocinio. Luchar por sobrevivir.
Seguimos subiendo, atrás quedan todos ellos bajo la oscuridad que va dejando el pasar de las luces. Cuadra arriba, otro grupo nuevo corriendo por el medio de la calzada, desesperados. Nuevamente me detengo, repito la misma escena. Entre los nuevos hay pitbul, boxer, mestizos, grandes, pequeños. Saco otro bidón, lo recorto, hecho agua dentro, lo dejo en el lugar junto a algo de comida. Ya se ve que el nuevo jefe se está reconociendo por su porte y fuerza.  Atrás quedó el anterior.
Los dueños de los terrenos, han asegurado los cierres con lo que han encontrado para no dejar pasar a dejarles agua ni comida, han sacado los potes de sus tierras, y exigen respeto para sus propiedades  a las que les han hecho daño cortando los alambres.  Temo que me prohiban entrar, pero siento su respeto y estima.
Dos kilómetros mas arriba, perros deambulan como zombies, parecen seres de lugares legendarios en cuerpos resucitados sin vida. Caminan lento, buscando algo para hecharse al hocico. Solo piedras, tierra y maleza.  A una orilla cadáveres de perros grandes, sin pelo, con las patas con cal.  Se nota que los perros los sacaron de dentro de las bolsas en que los fueron a tirar.  Uno de los nuevos  se da el banquete, algo desesperado, a la defensiva.  El flash de la cámara los hace ponerse alerta. La duda los hace alejarse ante las luces.  El olor es putrefacto.  Imposible respirar.  Intento no hacerlo.   Vuelvo a repetir, saco un bidón, lo corto y le hecho agua. Y a su lado comida barata, para que en algo logren olvidarse de comerse los cadáveres de los perros muertos. Impotencia.
Estos vuelven a quedar atrás, la luna está preciosa, fiel compañera de las noches  cálidas de verano, fiel téstigo de los abandonos en el camino. Pero tiene un defecto, no habla, no puede denunciar.  Una camioneta blanca está detenida en una orilla. Pienso, estarán botando un perro.  Al pasar a su lado, de manera ofensiva  ilumino con mi listerna tratando descubrir que hace.  Es una pareja que se oculta. Sexo puro. Motel de cuatro ruedas.
Seguimos subiendo, se me pega,  me baja my love, y le tomo la mano a mi compañero. Ya van dos horas parando, bajando, colocando agua. Peor es nada. Las cuestas están transitables, no hay piedras. Me detengo, bajo, coloco agua.
Los perros antiguos están durmiendo en algún lugar de los cerros, los imagino calentitos bajo una piedra o alguna arboleda grande a raíz de la tierra aun caliente. Quiero creer que están a salvo, la experiencia de sobrevivir a su abandono los ha hecho fuertes para hacerlo.  La soledad les hace unirse en jaurías a medio reinado.
Llegamos al lugar  donde la Llory. El día anterior me encontré con una perra rottsweiller, vieja, con sus tetas colgando de tanto uso, que apenas se puede sus huesos. Ufff...la hediondez es enorme. El olor a perro muerto es asqueroso, se siente en todo el lugar. Busco con la linterna por si encuentro algún cadaver. No logro encontrar nada.  De repente frente a mi hay alguien que me observa. Ahí está el, aprendiendo su nueva etapa, es un perro blanco con algunas manchas oscuras, deduzco que es hijo de la perra rotts con algún san Bernardo, parece un cachorro grande, me recuerda a Nerón.   Me mira fijamente, observándome, le converso, no quiero que me tenga miedo. Le muestro el pote para que  vea que le dejo agua, luego hago lo mismo con el alimento. Ahi te dejo. Me voy.
Mas arriba  otro auto detenido, es una pareja tomando cervezas, las botellas están en el suelo.
Penúltima parada, Toco sale a recibirme feliz de verme.  Ya no está solo, lo acompaña una perra negra que botaron junto a sus titantos cachorros. Aun quedan dos o tres por si alguien quiere cachorritos negros, ya saben, solo pregunten.
Son casi la una de la madrugada. Soy dura e insensible.
La luna sigue recorriendo el cielo, el silencio sigue existiendo.
Y la mano de mi compañero sigue acariciando la mía.
Allí quedan los abandonados, los verdaderos invisibles.
Esta es nuestra  denuncia.
Somos solo unas pocas personas que hemos realizado un trabajo brillante voluntario de rescatar perros abandonados de los caminos,  con mucho sacrificio, bajo nuestros propios bolsillos, un trabajo que le corresponde al gobierno de nuestro país, junto a sus municipalidades,  y que por un ignorante reportaje se vea truncado. Da pena.
Esta es la nueva postal del camino, decenas de perros abandonados, cachorros, perras con hijos, otras preñadas, perros con sarna, desnutridos, famélicos,  todo gracias a   la negligencia de un canal de televisión de Chile, de  unos periodistas  y  de una pobre mujer que no tienen ni la mas puta idea de hacer un trabajo como corresponde en bien de la sociedad.  Y tiene cara de decir que piensan!.   No tomaron  conciencia del daño que le haría a una comuna entera al dar  a conocer uno de los  lugares de abandono de perros en nuestro país. Solo ayudaron a fomentar el abandono de canes.  Y mas encima tiene el coraje de decir que van al lugar solo para aprovecharse de la gente que no está al tanto de cual es la verdad,  pidiendo donaciones en dinero y alimento. Verguenza debería darles.
AHORA HAGANSE CARGO.
¿Que culpa tienen esos perros de ser abandonados?
¿Que culpa tienen las personas que viven en esa comuna de estar soportando respirar un aire infectado de olores cadavericos?
¿Hasta cuando habrá que soportar que gente sin valores siga ensuciando nuestra ciudad?
La matanza de perros no es la solución.
Solo EDUCANDO desde el jardín, tendremos esperanzas de que el abandono de mascotas disminuya.
Solo ESTERILIZANDO,  evitaremos la sobre población canina.
Solo FISCALIZANDO,  castigando el abandono de mascotas...
Habrá esperanzas...HABRA ESPERANZAS.
NO MAS ABANDONO DE PERROS.

Los perros del camino?... son todos aquellos que de una u otra manera estando perdidos o abandonados, Dios los pone en mi camino cuando paso...y algo me dice: tienes que detenerte, no puedes seguir...

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