Continuación…
Yo antes y durante muchos años, viví dos personas a la vez, como les pasa a muchos con su vida. Pero abandoné esa esquizofrenia que nuestro mundo alienta para sobrevivir. Y hoy soy siempre como soy, diría que cada día más, después de demasiados años teniendo una doble vida y, por ello, doble personalidad. Antes tenía una vida externa, divertida, extremadamente social y al gusto de mi audiencia de entonces. La otra, más interna, el Miguel de verdad, alguien como todos con sus luces y sus sombras y con todo por aprender.
Hoy ya me muestro tal como soy en la realidad cotidiana y en las redes sociales, en soledad o en compañía. Y eso empezó el día en que me di cuenta de que el Miguel de verdad, con su alegría y su tristeza, quería salir y mi audiencia no lo dejaba, acostumbrada como estaba solo a lo mejor de mí, aunque solo fuera una ínfima parte. Ni que decir tiene que mis relaciones de entonces eran precarias, sesgadas por la realidad que las personas de mi entorno querían ver de mí! Si, además, resulta que todo lo que sentía y estaba dispuesto a compartir por amor, es lo que ocultaba e incomodaba de mí a los demás, me empezó a incomodar el papel que yo mismo había creado sin darme cuenta, de un Miguel a medias y solo aparente. ¿Miedo a quedarme sólo, tal vez? Sin duda, sí…
Y es que cuando hay miedo en tu corazón, no cabe el amor en él. El necesario amor a tí mismo y a todo lo que eres, y el amor a los demás, que solo ves como causantes de tu dolor o como amenazas a tu integridad. Y así es imposible amar y ser amado! Cuando, en cambio, pierdes ese miedo, sale el amor de verdad y aprendes que el amor crece cuanto más se comparte con los demás y con el mundo que te rodea. Ese día y no antes, empiezas a ser tú mismo y abandonas la máscara que creías había estado protegiéndote y que en cambio, te esclavizó y privó a los demás de amarte tal como eras!
Seguirá…
Etiquetas: amor, felicidad, vida