Revista Opinión

¿Quiénes están detrás del «nuevo momento americano» que diseña Washington?

Publicado el 18 septiembre 2018 por Santamambisa1

EE.UU.

Por Francisco Arias Fernández

El Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, donde se concentran los principales asesores del Presidente, en los últimos meses ha venido llenándose de elementos ultrarreaccionarios, encabezados por John Bolton, tristemente célebre por sus mentiras e inventos de pretextos para invasiones y calificado por el propio medio diplomático estadounidense como el más antipático e incendiario embajador que haya tenido EE. UU. ante la ONU.

La política de «Estados Unidos primero», o el «nuevo momento americano» que preconiza Donald Trump, precisa de un gabinete guerrerista acompañado de consejeros aún más extremistas y capaces de promover los más cruentos e impredecibles escenarios y conflictos.

Militares, diplomáticos, legisladores y periodistas estadounidenses auguraron con elevada preocupación que, con la llegada de Bolton, la guerra era cuestión de días o semanas contra cualquiera de los objetivos contemplados en la actual estrategia de seguridad nacional. Las agresiones, conflictos, las guerras económicas y comerciales se han recrudecido indistintamente contra Irán, la República Popular Democrática de Corea, Venezuela, Nicaragua, Cuba, Rusia, China, la Unión Europea, Canadá, Turquía, Irak, Afganistán y muchos otros países. Los tropiezos y encontronazos son cotidianos y sin fronteras. La nueva política sugiere la hora final de los aliados y los socios, pues como lo primero es Estados Unidos, lo demás no importa.

Los «amigos» actuales de Washington –por lo general– son cómplices de la nueva política de Trump, de la desunión regional para favorecer a ee. uu., ya sea en América Latina, Europa, Asia o África. Serviles, chantajeados, presionados o con la bota en la cabeza, se prestan voluntariamente o por dinero a las maquinaciones de las directivas presidenciales hegemónicas.

Terrorista por agente

En ese escenario, hace unas semanas el Presidente Trump decidió seguir empeorando la composición del influyente equipo con la designación como nuevo director de Asuntos del Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional de Mauricio Claver-Carone, mafioso de la Florida, «defensor incondicional» del bloqueo, cabecilla del influyente Comité de Acción Política Democracia Cuba-Estados Unidos (US-Cuba Democracy pac), un grupo de presión que tomó el relevo de la terrorista Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) como la agrupación de cabildeo anticubano más poderosa en Washington DC y que se dedica a recaudar fondos para mantener la política de agresión contra La Habana.

Ese comité lo integran personajes con un pasado terrorista y de agresiones diversas contra Cuba como Diego Suárez, Alberto Hernández, Ninoska Pérez Castellón y Marcel Felipe. La mayoría de ellos tuvieron y tienen vínculos con connotados asesinos como Luis Posada Carriles, Orlando Bosch, Pedro Remón, José Dionisio Suárez y Gaspar Jiménez Es­co­bedo, entre otros.

Claver-Carone le declaró la guerra a las políticas hacia Cuba de la administración de Barack Obama, las mismas que permitieron el restablecimiento de relaciones entre los dos países en el 2015, e incluso testificó ante el Congreso en el año 2016 para tratar de convencer a los legisladores de que tomaran acciones para revertirlas.

Después de las elecciones del 2016 trabajó en el equipo de transición de Trump, lo que habla de la confianza y cercanía con las posiciones de la Administración, y actualmente es el director ejecutivo en funciones que representa a Estados Unidos en el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Anteriormente laboró en el Departamento del Tesoro y no le gustaban mucho los exiliados cubanos moderados, que favorecían los esfuerzos de Obama para mejorar las relaciones de EE. UU. con la Isla.
También escribió en un blog que promueve campañas anticubanas sobre «democracia y derechos humanos» y ridiculiza a aquellos que en EE. UU. favorecen una política de comercio y «acercamiento más suave» con Cuba.

Afirma la prensa de la Florida que Claver-Carone, oriundo de Orlando, es muy cercano a los representantes cubanoamericanos de Miami en el Congreso (Carlos Curbelo, Mario Díaz-Balart e Ileana Ros-Lehtinen), así como al senador Bob Menéndez, demócrata por Nueva Jersey, quienes de inmediato aplaudieron la recomendación de Bolton aprobada por Trump.

Se vanagloria de sus esfuerzos para el estrangulamiento económico del país, de promover el genocidio y tratar de hacer rendir por hambre a nuestro pueblo, un acto mundialmente condenado; ha sido un firme defensor de la separación familiar, pues siempre se ha opuesto a los viajes a Cuba que signifiquen unir a las familias. En ese sentido, a principios de siglo fue fuerte defensor de las medidas de la administración Bush que limitaban los viajes a la Isla a una vez cada tres años, independientemente del motivo, incluso si eran por emergencias humanitarias.

Claver-Carone también defendió y pasó años cabildeando a favor de mantener a Cuba en la lista de estados
patrocinadores del terrorismo, y de las innumerables sanciones económico-comerciales, diplomáticas y políticas que ello implicaba.

S.O.S América Latina

Muchos consideran que se trata de un cambio «de mal para peor», pues tomaría el puesto de Juan Cruz, un alto oficial de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), quien dirigió el departamento desde los primeros meses del gobierno de Trump, con una política marcadamente hostil hacia países como Venezuela y Nicaragua, así como operaciones encubiertas contra grupos integracionistas regionales, gobiernos, mandatarios y expresidentes, con una marcada incidencia en Brasil, Argentina y Ecuador. El latino que más alto había llegado en la nomenclatura de la cia no es suficiente para las aventuras que se avecinan.

Un medio digital de Miami concluía que: «Al final, Claver-Carone puede haber encontrado un lugar de aterrizaje perfecto en el gobierno con una administración que no respeta a nadie e impone su voluntad mediante el acoso y la jactancia. Claver-Carone, como su nuevo amo, es un firme defensor del terrorismo y del derrocamiento de gobiernos que EE.UU. no puede controlar por ningún medio posible. En última instancia, su nombramiento no es una buena noticia para cualquiera que crea en la paz y la decencia».

Si la guerra contra Cuba ha sido una vil obsesión y un negocio lucrativo para el representante estadounidense ante el FMI, su desprecio hacia Venezuela, Nicaragua, Bolivia y los pueblos de Nuestra América dispara las alarmas, si se tiene en cuenta que será un dinosaurio el encargado de coordinar las políticas latinoamericanas entre la Casa Blanca, el Departamento de Estado, el Tesoro y otras agencias.

EN Contexto

Agosto del 2017: el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, realiza un recorrido por Bogotá, Argentina, Chile y Panamá.

1ro. de febrero del 2018: El secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, emprende una gira de siete días por México, Argentina, Colombia, Perú y Jamaica, en la que dijo «promover un hemisferio seguro, próspero, con seguridad energética y democrático».

Julio del 2018: El jefe de Operaciones Navales, John Richardson, recorre Colombia, Chile, Argentina y Brasil.

Agosto del 2018: James Mattis, secretario de Defensa de Estados Unidos, realizó un recorrido por Brasil, Argentina, Chile y Colombia para lo que el Gobierno norteamericano nombró el «fortalecimiento de alianzas».

13 de agosto: Trump firma el presupuesto militar más alto de la historia de su país.

27 de agosto: El jefe del Comando Sur, el almirante Kurt W. Tidd, se reúne con el ministro de Defensa de Argentina, Oscar Aguad y  con otros jefes  militares de América, con la excepción de Venezuela.

Este lunes llegó a Argentina el jefe del Ejército de EE. UU., Mark Milley, para reunirse con las máximas autoridades del Ejército argentino y del Ministerio de Defensa. El objetivo: continuar profundizando las relaciones bilaterales en el campo militar entre ambos países, por una visión común sobre la región y en función de la cumbre de presidentes del G20. Milley partirá este martes a Santiago de Chile y a Brasil.


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