Fotografía CC 3.0 de Jesús Gutiérrez Pardina
La vida te da sorpresas, como dice la canción. Voy al cajero automático de toda la vida y me encuentro un billete de 100 euros atrapado en el interior del cristal. Pasado el primer momento de alucine, me pregunto si habrá algún modo de acceder a ese pequeño tesoro. Miro alrededor. Es la hora de comer y no hay nadie por los alrededores. El billete está colocado de tal manera que aún permite poder operar con el cajero, así que de momento y ante la duda saco mis 20 euritos, que es a lo que había venido.
Y ahora… ¿qué? ¿Me voy? ¿No me voy? Esos 100 euros están deseando que los adopte, lo sé, estoy segura, ¡caramba, si los estoy oyendo, si se están contoneando cual Rodolfo Langostino y me dicen aquello de yéeeeevame a caaaaasa!) ¿Qué hacer ante esos cantos de sirena? Pues lo que haría cualquiera en ese momento: fotografío el billete de marras y cuelgo la imagen en Facebook, a ver si alguien sería tan amable de prestarte un martillo. Algunas personas se ofrecen a ir donde esté y liberar a este genio verde de su particular lámpara (una de ellas hasta me ofrece un martillo hidráulico), y son tan amables que ni siquiera plantean la posibilidad de repartirnos las ganancias… O al menos, no de momento. Y entonces, alguien desde la red me advierte: hey nena, que estás rodeada de cámaras, a ver si aún tendrás problemas con la policía, que los bancos se han puesto muy tontos con lo de la crisis y tal. Otra advierte que quizás se trate de una broma, o peor aún, de uno de esos programas que siempre he encontrado terriblemente crueles: la víctima no sabe nada, la enredan, la ridiculizan, la graban sin su consentimiento, y ese público que estallaría en gritos indignados si la víctima fuera su madre o su hermana ríen a mandíbula batiente ante el escarnio público de alguien que un día, simplemente, entró en un cajero automático a por 20 miserables euros y se encontró con que tal vez podría salir con 100.
Ante tan desagradable perspectiva y después de reflexionar unos minutos (si alguien revisa las cintas de seguridad del cajero, se preguntará en qué demonios estaba yo pensando) decido no exponerme a ser otra víctima inocente de cualquier programilla del tres al cuarto. Que una es curranta pero digna, y no va a perder los papeles por esa uva...que está muy verde.