Y ahí comienza una carrera contrareloj para conseguir un tipazo. Una carrera que está llena de obstáculos y de tropezones, no por el propio recorrido (que también) si no por la meta. El objetivo no debería ser perder 15 kg. para entrar en el vestido de novia sin que se salten las costuras, tendría que ser adquirir unos hábitos de vida saludables. Incluida una nutrición equilibrada para toda la vida, no sólo para estar mona el "Día B". No me digas que no conoces a novias que se han quedado divinas para la boda y que han vuelto del viaje de novios con 7 kg. de más, pues eso es lo que se tendría que evitar. O a novias que hacen cosas muy raras para perder peso: comer sólo manzanas durante varios días, tomar sólo proteínas durante semanas...
Si te alimentas de forma saludable y haces ejercicio siempre, nunca tendrás que hacer dieta. Irás quedándote en tu peso ideal poco a poco, tendrás más energía, mejorará tu humor, tu piel estará más sana, tu pelo estará más brillante, tus uñas más fuertes... vamos, lo que todas queremos.
Las dietas restrictivas (o espartanas, según el caso) pueden llegar a ser peligrosas y, además, son poco efectivas a largo plazo, porque se suele recuperar no sólo el peso perdido, si no mucho más: el temido efecto yo-yó. Son dietas que eliminan grupos de alimentos imprescindibles con los más variados argumentos. Con esos regímenes sólo se pierde masa muscular, no grasa (precisamente por lo desequilibradas que son). Y, algo a tener en cuenta: estas dietas ponen de muy (muy) mal humor, estresan mucho y te dejan sin fuerzas, algo que no te interesa cuando estás organizando una boda. Te aconsejo que desconfíes de cualquier dieta que restrinja grupos de alimentos (por ejemplo, los hidratos o las frutas y verduras) o se centre en un grupo en concreto (proteínas).
A continuación te doy unos cuantos consejos generales que te ayudarán a estar más esbelta y saludable sin hacer dieta. En esta primera parte, te hablaré de consideraciones generales a tener en cuenta antes de la dieta y recomendaciones de alimentación.
Vamos a ello:
En general
En caso de que tengas que perder peso, comienza a comer de forma racional y a llevar una vida sana ya. Cuanto más lo dejes, pero será el remedio y la tensión.
Si tienes que perder un par de kilitos y comes de forma saludable, no tendrás dificultades. Sobre todo si comienzas a hacer ejercicio de forma regular. Si tu problema es mayor, consulta con un nutricionista. Los médicos de familia o los endocrinos, salvo que tengan formación en nutrición (o tengas problemas endocrinos o de obesidad, en el caso del endocrino), no te van a ayudar con tu problema; como mucho te darán una dieta fotocopiada e hipocalórica que dejarás a la semana de empezarla (si la llegas a empezar). El nutricionista tiene formación específica y no sólo te personalizará una dieta atendiendo a tus características físicas, a tus necesidades, a tus gustos y a tu ritmo de vida; también de dará pautas alimenticias que podrás seguir toda la vida y estar siempre divina.
En cuanto a la alimentación
Aunque debes consultar con un profesional antes de comenzar una dieta, hay una serie de pautas generales que valen para casi todo el mundo (salvo enfermedades o necesidades especiales, por supuesto):
Debes comer de todo, pero de forma racional: usar grasas saludables, tomar frutas y verduras (también patatas, plátano y uvas, te digan lo que te digan), comer cereales (sobre todo integrales), no olvidarte de las legumbres (ayudan a controlar el peso eficazmente, menos cuando están cargaditas de chorizo y morcilla, claro), proteínas (de alta calidad), etc.; tendrás que disminuir todo lo posible los azúcares refinados, las grasas saturadas, el alcohol... vamos todas esas cosas que todas sabemos (aunque nos hagamos las locas) que no son buenas para nuestra salud.
Otra máxima es comer poco, pero muchas veces, es decir, 5 ó 6 comidas al día. El tentempié de mediamañana y la merienda, deberían ser sagrados. Eso sí, nada de bollería industrial o patatas fritas. Fruta, yogur desnatado, unos frutos secos, un minisandwich de pavo o similares serían ideales; no todo junto, que te veo ;)
Haz de las etiquetas nutricionales tus amigas, pero no para contar calorías; fíjate en la cantidad y tipo de grasas, en el sodio, en el azúcar y otros conceptos que realmente son importantes en tu alimentación.
Reduce la sal todo lo que puedas. Al principio te costará acostumbrarte, pero te merecerá la pena. Puedes ayudarte del limón o las especias para hacer los platos más apetecibles.
Debes procurar beber agua en cantidad suficiente para ti y para tu actividad física. La deshidratación es una gran enemiga, aunque también lo es el exceso de agua. La media son unos 2-2,5 litros diarios.
Y no te vuelvas una fundamentalista con la alimentación. Si algún día quieres darte un capricho, permítetelo. Lo único que tienes que hacer es compensar con las otras comidas que hagas: si te apetece una buena paella a mediodía, cena algo ligero (pero algo), por ejemplo. Cuestión de equilibrio.
Algo que te ayudará a controlar el peso es cenar temprano, así te acostarás con la digestión hecha y evitarás la acumulación de grasa. Siempre puedes pedir ayuda a tu pareja para que te ayude a mantenerte despierta ;)