Si hay algo que como madre tengo claro es que quiero que mis hijos sean felices, y que sean felices sin la necesidad de pisar a nadie en su camino a la felicidad.
Quiero que mis hijos se ganen el respeto de sus semejantes porque son buena gente y no porque atemoricen a los que tienen delante.
Quiero que mis hijos sepan que para amar a alguien sólo tienes que querer hacerlo, sin más, sin condiciones, sin titubeos, sin complicaciones, sin egoísmos. Y que esto no implica que tengan que aguantar carros y carretas en una relación, porque amar no significa soportar ni aguantar.
Quiero que mis hijos sean felices solos, o en pareja, o en comuna. A mí me va a dar igual mientras su felicidad implique sentirse plenos, sin dañar ni ser dañados. Y me dará igual el color de piel de quien escojan si es que han decidido vivir acompañados. Me dará igual que firmen un papel o ninguno. Me dará igual si quien está con ellos es de su mismo sexo o del sexo opuesto mientras lo que sienta y lo que demuestre sea recíproco a lo que sienten y demuestran ellos.
Quiero que mis hijos sean libres, se sientan libres y se crean libres siempre que su libertad no suponga acabar con la de los que los rodean. Y que esa libertad bien entendida sea sinónimo de respeto y empatía para con los demás, íntimos y no tanto. Libertad libre de prejuicios.
Quiero que a mis hijos los dejen ser libres. Y quiero que los dejen elegir y hacer con su vida lo que ellos consideren, sin tener que esconderse cuando lo que elijan no tenga nada que ver con lo que está bien visto socialmente según lo establecido por los siglos de los siglos.
Quiero que a mis hijos se les quiera y acepte por cómo son y no por lo que son. Quiero que se les quiera porque son personas con valores y no porque siguen una moda, pertenecen a determinada ideología o defienden ciertas creencias religiosas. Y quiero que ellos hagan lo propio.
Quiero que mis hijos crezcan felices y libres. Que maduren siendo felices porque son libres. Que vivan siendo libres porque son felices y respeten y elijan la libertad como modo de vida. Y que este loco mundo se lo permita.