Hay gente a la que siempre he envidiado mucho. No personas concretas, como la vecina con ese culo estupendo, o el muchacho que se baja de ese coche sin rayones y sin ruidos extraños, o el señor con bigote que pasea apaciblemente con sus dos perros sin tirones, sin enredarse con la correa, sin un “si tú supieras el coraje que te tengo a veces, orejuda, no sé por qué tienes que liarla cada vez que te cruzas con otro perro, cualquier día cojo la puerta y la casa para ti”. A esos también los envidio, entiéndanme, pero de lo que quiero hablarles hoy es de una envidia más abstracta, porque una no sabe a quién dirigirla, ni siquiera si el objeto envidiado existe realmente y su vida es tan color de rosa como podría pensarse.
Yo quería ser la azafata del primer OT. Lo quería con todas mis fuerzas, porque lo que yo veía era una muchacha cuyo trabajo consistía en acercarle una tarjeta a Carlos Lozano cuando estaba terminando el programa y chau, a casita. También me tiraba la que le da la vuelta a las letras del panel de La Ruleta de la suerte, aunque esa ya se lo curraba un poco más. pero claro, hay que estar buena para esas dos cosas, así que descartado. Lo que me llevó a mi siguiente trabajo envidiado: quería ser la persona que se inventa los testimonios reales de la revista Pronto. Durante una época la leía con avidez y no podía imaginar dedicación mejor para el resto de mi vida que pasarme los días redactando las historias de “El amor no tiene edad” o “Qué habría sido de mi vida”. Por favor, no vengan ahora a decirme que son testimonios reales de gente real: pasé muchos años leyendo la revista todas las semanas y ya le tenía cogido hasta el punto a los redactores, los reconocía por el estilo. Sería maravilloso: un par de historias lacrimógenas, emocionantes y románticas a la semana, firmadas cada vez con un nombre distinto y venga, a vivir.
Pero desde hoy tengo otro objetivo. Respiren tranquilos, redactores de Pronto, no voy a pelearme con ustedes por el puesto. Mi objetivo a partir de hoy es Yahoo respuestas. Porque no me digan que cosas como esta no las escribe alguien por encargo.