La noticia de la llegada de nuestro segundo bebé nos llenó de mucha alegría; luego de 10 años de mi primer embarazo, Marco y yo nos aventuramos a buscar a la parejita y vaya que nos sorprendió gratamente. Desde el primer día que me enteré que estaba embarazada, me prometí a mí misma hacer todo lo posible para que mi bebé naciera como la naturaleza manda a pesar de haber tenido una cesárea en el 2004 con mi pequeño Santiago; recuerdo muy claramente prepararme junto con Marco para un parto vaginal; fuimos a las clases prenatales y estaba totalmente convencida y emocionada en poder dar a luz naturalmente, pero al parecer mi pequeño Santi no estaba pensando en lo mismo y casi al séptimo mes se colocó en posición podálica y por más que hice ejercicios para que volteara Santi decidió continuar de pie. Recuerdo que hasta la noche anterior a su nacimiento gateé por todo la casa con la esperanza de haber ayudado a mi pequeño a colocarse en la posición adecuada; a las 5:00 am nos sorprendió la rotura de la fuente y luego de la llamada al doctor, salimos rumbo a la clínica para prepararnos para su llegada. Cuando arribamos y me hicieron tacto, Santi continuaba podálico y por más que pedí seguir un parto vaginal (mi tía, hermana de mi mami, nació podálica por parto vaginal; ese fue mi argumento), los doctores me indicaron que era muy riesgoso para él y para mí y por eso tenían que realizar una cesárea. Recuerdo haber sentido una gran decepción; en ese momento, me sentí mala madre por no poder dar a luz naturalmente y pensé que nos habíamos preparado tanto, pues inclusive pensaba no apostar por una epidural, y finalmente tenía que ser una cesárea: ¿Habré hecho algo mal durante el embarazo? Fue la pregunta que rondaba por mi cabeza en ese momento. Sin embargo, dije adelante; es la forma en la que él quiere nacer. La experiencia fue rara, pues di a luz, pero luego de entrar a la sala de operaciones para la cesárea y de sentir llorar a Santi cuando nació, no recuerdo nada más, no recuerdo cómo así me tomé la primera foto con mi bebé luego desperté en una sala de recuperación, preguntándome dónde estaría Santi. Finalmente, luego de casi cuatro horas de haber dado a luz, me llevaron al cuarto y la media hora llegó mi pequeño, quien ni bien lo tuve en brazos, chapo teta y empezó a lactar. Verlo allí junto a mí, me llenó de alegría y no podía creer que finalmente estuviera conmigo; sin embargo, sentí que el parto fue como una especie de escena que viví sin realmente estar allí presente, consciente de lo que pasaba. Fue raro para mí.
En este segundo embarazo dije, no hay forma, quiero que sea natural y poder dar a luz sin una cesárea. Luego de la prueba casera y la prueba de sangre, fui donde mi ginecóloga para empezar con los controles y al cuarto o quinto mes, sentada en su consultorio sola, pues Marco estaba terminando de estacionar el auto, me dice: “Bueno, es momento de planificar la cesárea, si estamos de acuerdo, podría ser el 23 de junio, hacemos la cesárea, retiramos el quiste dermoide del ovario izquierdo (tenía un quiste detectado un mes antes de quedar embarazada) y de paso te ligamos las trompas, pues no creo que vayas a tener otro bebé”. Antes de seguir contándoles quisiera decirles que no tengo nada en contra de mi ginecóloga, la estimo mucho y siempre hemos tenido una muy buena relación como doctor-paciente, simplemente creo que llegamos a un punto en el que nuestra forma de pensar definitivamente no iba por el mismo camino y yo no quería tratar de convencer a nadie de lo que yo esperaba de mi parto en este segundo embarazo. Luego de este pequeña aclaración, debo de decir que me quedé de una pieza, dentro de mi dije, otra vez noooooooooo. Por qué no puedo dar a luz normal??? Esa era mi pregunta; las razones en ese momento, fueron las siguientes:- Tu edad, tenía 38 años en ese momento.
- Haz tenido una cesárea previa.
- Posiblemente tu pelvis sea estrecha, por eso tu primer bebé no se volteó.
- Debemos evitar riesgos.
Le pregunté a todo el mundo, fui a varias clínicas y en la mayoría todos se inclinaban a una cesárea por mi cesárea anterior, por la edad; me horrorizaba escuchar a las personas diciendo, pero es más rápido, no sufres y el bebé sale más lindo; ¿Por qué quieres sufrir? ¿QUEEEEEEEEE? No podía creerlo. Sin embargo, seguí buscando y preguntando hasta que un día llevé al control pediátrico a Santi y le pregunté a su pediatra si conocía a alguien; él me dio el dato de una doctora para que la contactara e hiciera la consulta con ella. No lo pensé dos veces y la llamé para sacar una cita. Debo de decir que gracias a Dios, Marco iba en mi línea y estaba al igual que yo apostando por un parto vaginal, pues ambos sentíamos que cada vez que contactábamos alguna clínica o preguntábamos, la palabra parto vaginal no estaba en el vocabulario, era como si les hablaras chino, pues sentíamos que al parecer, la cesárea era la primera opción y no al revés. Nos decían que ningún médico se responsabilizaba por un parto vaginal, como si dar a luz de esta manera fuera algo riesgoso.
Felizmente, nos dieron una cita muy rápido y cuando llegamos y conversamos con la doctora, fue como decir por fin encontramos el sitio adecuado. Ella nos explicó, que la edad no era un impedimento, siempre que fuera una mujer sana, la cesárea previa había sido hacía 10 años y dentro todo ya estaba acomodado y sanado y en cuanto a la pelvis, luego que ella me revisara, me dijo que estaba perfecta, que no era estrecha. En cuanto al quiste, me dijo que podíamos esperar hasta luego del nacimiento de Olivia para extirparlo, pues nunca me había dado ninguna molestia hasta el momento. Sin embargo, me dejó claro que en el caso que ella viera el mínimo riesgo, sería una cesárea, pero inicialmente, apostaríamos por un parto vaginal. YEAHHH!!!! Encontré a la persona; me alegró saber que aún quedan profesionales que apuestan por partos vaginales, pero siempre cuidando al paciente. Que se toman el trabajo de revisar el caso con detenimiento, sacar los análisis y exámenes que sean necesarios y ver en conjunto con el paciente lo mejor para el bebé y la mamá (que es como siento que las cosas deberían de ser). Siempre estuvo muy pendiente de mi proceso.
El 22 de junio a las 10 am empecé con las contracciones; luego de pasar todo el día en casa, reposando y controlando el tiempo. Llamamos a la doctora a las 8pm y nos pidió que fuéramos a la clínica para encontrarnos allí. Chapé la maletita de Oli, mi maleta y mi termo con té de orégano para ayudar al proceso (recomendación de mi querida profe de yoga prenatal que, debo de decir, sus consejos y enseñanzas me super ayudaron durante todo mi embarazo y durante el proceso de dilatación y parto). Llegamos a la clínica y aún faltaba por dilatar, pues estaba en 3; me pidieron me quedara y a partir de allí la experiencia fue realmente especial, pude mantenerme de pie, caminar, hacer mis ejercicios, tener a mi esposo al lado, apoyándome fue lo más increíble del mundo, pues sentía que era parte de esta llegada tan esperada de Oli. Pude lograr hacer casi todo mi proceso sin epidural, cuando estaba en 7, me tuvieron que echar para monitorearme y vieron que los latidos de Oli bajaban un poco en la contracciones, entonces del 7 al 8 y llegando casi a 9 fue un poco difícil continuar de pie, pues debían monitorearme, y los dolores se volvieron más intensos, por lo que me pusieron muy poquita epidural. La doctora estuvo todo el tiempo conmigo, monitoreando todo movimiento y al pendiente por si algo sucedía. Oli nació finalmente el 23 de junio a las 4 de la madrugada por parto vaginal. Fue como un caso raro en la clínica ese día, pues no podían creer que una mamá que había dado a luz por cesárea, estuviera dando a luz parto vaginal. Con razón había muchas personas en la sala de partos (jijijij). Ni bien nació la pusieron en mi pecho para que lacte. La dejaron conmigo unos variosssss minutitos y fue todo increíble. Marco a mi costado y la pequeña Oli con nosotros.
No me gusta comparar, pues creo que cada embarazo y parto son únicos, pero si puedo decir algo de ambos, es que en el segundo estuve mucho más presente y consciente en cada minuto, cada segundo del proceso. Pude sentir mi cuerpo, reconocerlo, ayudarme y ayudar a mi bebé a poder llegar al mundo. La experiencia de mi segundo parto fue mágica y creo que no la cambiaría por nada del mundo. No cambiaría por nada del mundo las muchas puertas que tuve que tocar hasta llegar a la correcta, que por lo menos escuchara lo que esta madre embarazada tenía que decir, no cambiaría los dolores de trabajo de parto por nada del mundo. Quizás algunos piensen que estoy loca y quizás sea así. Simplemente, creo que sentí lo que mi corazón y esa vocecita interna me decían. Debo de decir que en algún momento pensé en tirar la toalla y apostar por una cesárea, pero creo que en el fondo sabía que encontraría a alguien que escuchara lo que tenía que decir, sólo eso, alguien que escuchara y que me dijera bueno es posible o no es posible, pero luego de haber analizado el tema a consciencia. Creo que actualmente eso es lo que se ha perdido, el escuchar al otro, el hacer empatía con el otro, no ser tratados como un número más o como uno más sino como un INDIVIDUO, un ser único que llega al consultorio con características diferentes, situaciones diferentes, sentimientos y emociones.
No tengo nada en contra de las cesáreas, siempre que sean necesarias para evitar que el bebé o la mamá corran riesgos, pero siento que actualmente todo va tan rápido que no nos detenemos a pensar y analizar las cosas. Para el bebé y la mami un parto vaginal tiene una serie de implicancias y beneficios, que quizás muchos no lo conozcan y que creo los profesionales deberían de tomar más en cuenta, informarse más y transmitirlo a las pacientes. Mi esposo siempre dice que la naturaleza es sabia y REALMENTE LO ES.
Les agradezco el haberse tomado un tiempo para leer este pequeño artículo. La verdad sólo quería contar mi experiencia de un parto vaginal, luego de una cesárea. Creo que siempre es importante poder escucharnos y seguir esa vocecita interna que te dice por dónde ir, pero, en este caso, siempre de la mano de un profesional que cuide la salud del bebé y la mamá.
Un abrazo y gracias.Lucia
Nota:
Todo el texto proporcionado es una transcripción directa del documento original, incluyendo la foto.