A media tarde del 23 de febrero de 1981, el coronel Antonio Tejero entró en el Congreso de los Diputados, pistola en ristre, y al grito de "¡Quieto todo el mundo! ¡Al suelo!". Hace 30 años ya, y aunque ya parece muy lejano, y nuestros jóvenes nacieron ya después de esta fecha, siempre conviene recordar momentos como este para valorar lo que tenemos, lo que aquella gente que fue secuestrada mientras ejercían el sagrado derecho a elegir al Presidente del Gobierno, pudo haberle hecho a este pais, después de 40 años de dictadura. Llevamos ya casi tanto tiempo sin Franco como el que estuvo en el poder, y seguramente nuestros nietos estudiarán en sus libros estos hechos como algo lejano y trasnochado. Pero creo que las familias y profesores deben explicarles la trascendencia de este tipo de hechos en la historia, porque una pequeña variación en lo acontecido pudo llevarnos a otra dictadura. Deben saber que un pueblo debe conocer su historia y sus errores para no repetirlos.
Y para recordarlo, aquí están los primeros momentos: