Si alguien había penado que las cosas habían vuelto a la normalidad democrática en Cataluña se ha equivocado. Estamos en más de lo mismo con un Quim Torra que sueña tanto con la independencia como Puigdemont. A poco que nos descuidemos tendremos de nuevo en marcha el artículo 155 de la Constitución Española. Sánchez no ha convencido a los independentistas acérrimos. Se quieren ir y no los sacas de su República Catalana libre y ye ye.
Tampoco hacen mucho los políticos españoles por convencer. Lo suyo no es el marketing. Andan entre el no rotundo del PP y de Ciudadanos y del no sé que haremos del PSOE. Ahora nos sale el Presidente Sánchez con un nuevo Estatuto para Cataluña. Eso forma parte del pasado. La moda es la independencia.
Quim Torra está en esa moda de irse a un estado nuevo, con servicio militar, primera dama catalana, embajadas y reuniones con el señor Trump de Estados Unidos cuando toquen. Aguas de Barcelona regresa con su sede a esta Cataluña que no ha cambiado. Siguen en la mitad se van y la otra mitad se acabarán yendo a golpe de lazo amarillo y de presidentes de la Generalitat tirados al monte.
Tal vez la solución sería trasladar la capital del Reino de España a Barcelona, colocar allí a toda la Casa Real y hacer que los Quim Torra de turno se sientan más importantes. Cataluña puede ser un imperio. Y el señor Quim Torra su emperador.