¡15!
Pues sí, esto de andar publicando números desde hace quince días tenía sentido… ¡era una cuenta atrás progresiva!, como de costumbre, siempre me invento algo original para esta celebración.
Y no podía ser de otra manera, a pesar de lo que dije en el 13º cumpleaños, lo cierto es que no se podía dejar escapar este festejo sin más, al fin y al cabo, ¡ya sólo quedan cinco años para llegar a los 20! (lo cual es maravilloso y temible a la vez: siempre pensé que este blog se acabaría a los cinco, diez o veinte años… ¡pero parece que hemos superado las dos primeras fechas con éxito!); de hecho quizás por eso el quince sea un número tan celebrado, como antesala a ese momento tan grande.
En todo caso, yo he tenido claro desde hace tiempo que debía convertir este aniversario en una gran celebración, obviamente, con lo que ya se ha visto, pero no solo, pues aunque sabéis que he tenido como norma publicar una nueva creación literaria cada mes desde hace una temporada, en esta ocasión, excepcionalmente no se hará, para que todo lo relativo a este aniversario permanezca durante más de treinta días enteros visible, en portada y primera plana… ¡no es para menos teniendo en cuenta la cifra! (que en el ámbito virtual siempre hay que considerar mucho más grande y meritoria, teniendo en cuenta lo efímero del mundo digital). Así pues, la próxima publicación, espero y deseo, aparecerá en enero.
Pero dejando de lado el futuro, el pasado, y centrándose en el presente (que siempre es lo mejor que se puede hacer), con esta edad… ¡este blog entra de pleno en la edad del pavo!: se vuelve rebelde, inconformista, cuestiona todo lo que se da por sentado… ¡uy, espera!, ¿pero eso no lo ha hecho siempre?… parece que Universo de A siempre será Universo de A, para bien o para mal, le pese a quien le pese, guste o disguste… etc.
Y es que, tirando de mis habituales referencias culturales para conmemorar esta fecha, sin duda, el quince es uno de los años más simbólicos de la adolescencia, no en vano, ya cantaba El dúo dinámico, «Quince años tiene mi amor».
En cualquier caso, tras el cambio que ha experimentado el blog en los últimos meses, con la definitiva primacía de la sección Grandes Relatos (que se llevaba tantos años buscando y queriendo), debo reconocer que ello ha resultado tan agotador como satisfactorio, me siento permanentemente como una parturienta: agotado, pero feliz de dar a luz.
En efecto, creo sinceramente que esta reorientación ha revitalizado al blog, y en ciertos aspectos lo ha beneficiado (en otros no tanto, pero no hay nada perfecto), por lo que estoy dispuesto a mantenerlo y a seguir por ese camino que, además, disfruto mucho… pero, por otro lado, ¿no es precisamente eso lo que hago siempre y con toda probabilidad una de las principales razones por las que este blog ha llegado a los quince años? seguramente sí.
Por otro lado, al ser mi desposorio místico-virtual decimoquinto, resulta que son nuestras…
¡Bodas de cristal! (por cierto, ¿no desanima un tanto, que a medida que pasan los años, los materiales alegóricos de la celebración se vuelvan más y más frágiles? no parece un simbolismo muy positivo… ¿no sería lo lógico que cada vez se volvieran más fuertes, como una especie de metáfora del fortalecimiento de la relación?… o quizás tenga todo más sentido de lo que he pensado en un principio… -al menos en las relaciones humanas-); sobra decir, la cualidad de lujo y de clase que siempre ha tenido este material a pesar de su fragilidad.
En definitiva, que ya sólo me queda decir:
¡Feliz decimoquinto aniversario Universo de A!
¡Ahora no te pares y a por más!