Revista Talentos

Quinta de Regaleira; un atajo al inframundo.

Por Majelola @majelola

Quinta de Regaleira; un atajo al inframundo.

Palacio Nacional de Sintra

Estás en la Plaza Mayor de Sintra, muy cerca del Cabo da Roca, extremo más occidental del continente europeo. A tu derecha, con sus dos grandes y enigmáticas chimeneas cónicas, antes pintadas de negro y ahora de blanco, el Palacio Real. A tu derecha la sierra, exhibiendo con ostentación sus fortalezas, el Palacio da Pena, el Castillo dos Mouros, las casas y mansiones que salpican sus verdes laderas. Escenarios brumosos propios de leyendas románticas, gestas caballerescas y cuentos de Andersen. La lluvia se despliega intermitente, y en los frondosos jardines un velo neblinoso se adhiere a las rocas y a las copas de los árboles. El microclima de esta zona satina las piedras, verdea los muros y las calzadas, empapa los bosques, y los surte de abundancia para que ignoren lo que significa tener sed.

Quinta de Regaleira; un atajo al inframundo.

Castillo dos Mouros al fondo


Llevas anotado en mente el nombre del primer lugar que visitarás en la ciudad. Otros que estuvieron allí antes te lo mencionaron, y tú, que gustas del lenguaje de los símbolos, sientes una gran curiosidad, es una suerte de atracción que envuelta en esta bruma tiene algo de melancólica. Preguntas y te explican que está a pocos minutos del centro, y hacia allí te encaminas paseando; sin urgencias, pero expectante.
Asciendes la leve pendiente de la calle con los sentidos alerta. Aproximadamente hacia la mitad del trayecto encuentras a una docena de turistas parados frente a la puerta de un viejo hotel, se trata del Lawrence´s. En un perfecto inglés el guía cuenta que en esta casa se ha alojado varias veces Lord Byron, gran admirador, como tantos otros artistas, de estos líricos parajes.

Quinta de Regaleira; un atajo al inframundo.

Hotel Lawrence's


Tres minutos después bordeas el muro de la finca que buscabas. Al principio hay una entrada que hoy no se utiliza: la llamada Logia de Pisöes. Un poco más adelante está la puerta principal de la Quinta de Regaleira. Frente a ella, ya hay algunas personas esperando a su apertura, que será a las diez y media. Cuando el reloj marca esa hora la verja se abre y cruzas el umbral. Acabas de convertirte en peregrino del inframundo. Los gatos serán los primeros en recibirte, no te temen ni te estorban; ellos moran en sus dominios, pero admiten tu llegada con generosa indiferencia.
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