Hortaleza, suena a “fortaleza”, pero su pasado no parece estar ligado a estirpes guerreras. No hay restos medievales, aunque sí el testimonio de antiguos palacetes y quintas de recreo que dieron importancia a la villa y que en más de medio siglo se han desvanecido con su anexión, en 1949, al municipio de Madrid.
La villa de Hortaleza
En 1850 Pascual Madoz situaba la villa de Hortaleza en un alto y en terreno irregular con valles y barrancos, con clima benévolo por los aires serranos que ahí se respiraban y, en general, como buena tierra para la vida y el esparcimiento. Entonces Hortaleza tenía 137 casas de mediana construcción, distribuidas en 12 calles y una plaza. Contaba con 77 vecinos y 373 almas.
Las casas principales pertenecían a la aristocracia. Había Ayuntamiento con cárcel, taberna, carnicería y escuela de niños para 35 alumnos y otra escuela de niñas para 18 alumnas. Una fuente pública y tres más en casas particulares abastecían de agua a los vecinos.
La villa limitaba al norte con Alcobendas, al este con Barajas, al sur con Canillejas y al oeste con Chamartín. Había dehesas con prados y montes, como el de la Moraleja, recorridos por los arroyos de Valdebebas y Abroñigal, tributarios del Jarama y del Manzanares respectivamente. Se cultivaban toda clase de hortalizas y cereales, y se criaba abundante ganado lanar y caprino.
Casco urbano de la villa de Hortaleza 1870.
Palacio de Buenavista
Hortaleza fue lugar de Quintas. De las más notables fue el Palacio de Buenavista, de los marqueses de Santa Cruz, en tierras limitadas por el Camino Viejo de Madrid o camino de Hortaleza (López de Hoyos), el Camino Nuevo (Mar caspio) y el Arroyo de Rejas. La finca estuvo rodeada de jardines y árboles, con un imponente palacete neoclásico y, según dicen, la frecuentó Fernando VII. Tras las vicisitudes surgidas en 1808 por la presencia de las tropas francesas la propiedad quedó abandonada.
El edificio tenía fachadas de ladrillo y mampostería con zócalos de granito. La huerta-jardín tenía dos fuentes de piedra y un alargado estanque con un dios Baco en el centro. A los lados había cipreses formando una plazuela con escalinata y un templete. Había varias norias para mover el agua hasta las huertas, un pozo de nieves, bodega y un molino de aceite.
En 1840 Isidoro Urzáiz compró la finca, que luego vendería a la marquesa de Branciforte para construir en 1882 el Convento de Nuestra Señora de Loreto (Ursulinas), de estilo neomudéjar. En 1936 el Auxilio Social instaló en la finca el Hogar Clara Eugenia para niñas huérfanas. Actualmente pertenece a la Comunidad de Madrid.
Silo poliédrico de hormigón de la Huerta de la Salud construido en 1928. En la actualidad, 2014, rehabilitado por el Ayuntamiento de Madrid como dotación cultural, se encuentra sin uso. (Foto: Enrique F. Rojo, 2014)
La Huerta de la Salud
La Huerta del Cristo de la Salud, de los duques de Frías, ya aparecía en 1752 en el Catastro de Ensenada. La finca ocupaba los límites de las actuales calles Alcobendas, Mar de Aral, Mar de las Antillas y Mar Negro.
El acceso principal se hacía a través de una puerta monumental de granito. En el dintel aparecía una inscripción de 1749 con un verso del poeta Ovidio: “Gaudia sunt nostro plusquam regalía ruri, urbe homines regnant vivere rure daturi” (aunque los hombres reinan en las ciudades, nuestras mayores alegrías las da la vida del campo).
En 1894 la Huerta de la Salud cambió de manos y se reformó. Se añadieron graneros, establos y un silo. De todo ello quedó constancia en una placa colocada junto a la antigua inscripción. En la actualidad solo se conservan la puerta –modificada- y el silo poliédrico construido en 1928.
Parroquia de san Matías, de 1879, en una imagen actual retocada. (Foto: Enrique F. Rojo, 2014)
Parroquia de San Matías
La iglesia de San Matías, parroquia desde el siglo XVIII, satisfacía las necesidades espirituales de la villa. El proyecto, del arquitecto Enrique María Repullés, aprovechó los cimientos ya construidos de un proyecto anterior y fue inaugurada el 31 de Mayo de 1879. Es de planta rectangular, levantada en ladrillo, de estilo neomudéjar, con una única torre con campanario que se eleva por encima del presbiterio.
Próximo a la iglesia, se encuentran el cementerio y el Convento de los Padres Paules, creado en 1896 y reedificado en 1934, que ocupa los terrenos de la antigua Quinta del conde de Torrepilares.
Ermita de Nª Señora de la Soledad de Hortaleza. Detrás la tapia del viejo cementerio de la Villa. (Foto: Enrique F. Rojo, 2014)
*Artículo publicado en el nº 242 de Enero de 2014 de la Revista Plácet.