
El segundo, tercer y cuarto día han sido muy parecidos. Al levantarme lo primero que hago es meditar durante unos 10 minutos, con una música suave y relajante, creo que es una buena práctica que nos ayuda a despejar la mente. Después otros 10 minutos de bicicleta, al acabar una ducha y aseo, me visto con ropa cómoda porque vamos estar muchas horas y demasiados días en casa.Y bueno, toca desayunar: café con leche, con tostadas y margarina vegetal con mermelada dietética, pero primero un vaso de zumo de naranjas naturales y valencianas.Y como de costumbre pongo la radio para escuchar alguna tertulia, y creo que me ocasiona un poco de estrés porque solo hablan de cosas malas.
Y hoy quinto día, San José y “día del Padre”. Además tenía que ser el último día de la fiesta grande de las Fallas y está noche el colofón de la fiesta con la “CREMÁ”. Solamente en el año 39 fueron suspendidas las Fallas. Pero hoy ha sido un día raro, y algo inusitado en mí, no he pegado un bote al despertarme como hago habitualmente para levantarme, algo que no soporto es quedarme en la cama despierto mirando el techo y es lo he hecho hoy. A la media hora mi reloj inteligente vibra avisando de alguna cosa. Y sale un muñeco pegando botes y diciéndome con la mano que me levantara, lo primero que me ha pasado por la cabeza ha sido mandarlo a tomar por…no estaba de humor para que me tocara las narices el dichoso muñequito, así que el reloj ha acabado en el cajón de la mesita.

Y para acabar, he aparcado hasta mañana la novela en valenciano, “Aigua en cistella” (Agua en cesta) de Carmen Miquel. Y me he puesto con “Historia de las Fallas” digamos, que ha sido mi pequeño homenaje a nuestra fiesta más internacional.

En un interesante libro de Vicente Franco de finales del siglo XVIII, afirmaba que “los valencianos son festivos, alegres, liberales, de claro ingenio…y amigos del regalo”. El estereotipo se ha repetido hasta la saciedad, el desarrollo de las Fallas a lo largo del siglo pasado y de este, dio la razón a lo dicho anteriormente. El esplendor que experimentaron las fallas en más de un siglo, lo único que se ha demostrado año tras año, que la fiesta fallera es algo más que una fiesta...forma parte de la identidad valenciana.