Lugar: Sala La Riviera. Madrid
Fecha: 10 mayo 2013
Asistencia: 2.000 personas
Artistas Invitados: -
Precio: Desde 25 euros
¿Sabéis qué? Creo que no tengo nada interesante que contar sobre el concierto de Quique González anoche en La Riviera. Pasé una temporada tan horrible no hace mucho con sus canciones en vena, sodomizado por la pena, luchando por mantenerme erguido, que apenas he encontrado los momentos para volver a escucharle. 'Daiquiri Blues' casi acaba conmigo literalmente. Solo de recordarlo se derrumban otra vez las torres de Manhattan. De hecho, no tengo ni la menor idea de cómo sigo aquí para escribir algo, supongo que de alguna manera esta web me salvó la vida y me llena de esperanza.
Si queréis leer algo estándar podéis clickar estas palabras y proceder con Europa Press, donde he dejado un texto horrible pero supongo que solvente, aunque voy a tratar de resumirlo de verdad en tres líneas: risas, cerveza fría súbitamente caliente, hielitos que no hacen clin clin en vasos de plástico, estrofas sentidas, ojos vidriosos escondidos, vidas pasando, instantes demasiado intensos, estribillos certeros, venas palpitantes con grumos surcando desafiando la lógica. Muchas ganas de gritar al enfrentarme de nuevo a un cancionero que describe de manera inigualable el dolor superado solo de cara a la galería.
Temblar, temblar, temblar, rasparte los codos en el bar. Temblar, temblar, temblar, no meterte en líos. Temblar, temblar, temblar, encontrar tu sitio y dejarlo sangrar. Entre los dedos se te escurre la vida, la semilla, las futuras vidas que nunca tendrás, y es entonces cuando constatas que aquellos días no eras consciente, no te lo querías creer. Sencillamente resultó que dios se había ido sin pagar la última ronda y te tocó a ti aflojar la pasta cual miserable súbdito aquí para penar. Mas no.
No. He dicho no. Ya basta. Solo el hecho de estar en La Riviera para ver a Quique González es un evento remarcable, pues estamos ante una de las ofertas más destacables del rock español contemporáneo. Qué leches, no lo digo yo, yo no pinto una mierda y escribo esto mientras he curado una resaca infame a base de botellines al sol. Solo por eso me atrevo ahora a juntar letras a la velocidad de la luz primaveral y a juzgar a alguien que ha escrito un puñado de letras que casi me entierran, pero que finalmente me sacaron del atolladero como si hubiera ganado cinco Tours de Francia consecutivos. Ay Miguelón.
La excusa para citarnos en La Riviera es el último disco del madrileño, 'Delantera Mítica', notable aunque no me destruye como el jodido 'Daiquiri' de los cojones. Quique avisó en su momento de que quería sonar más rockero y menos cantautor y, vale, de eso podemos dar fe, de eso os podéis fiar de mi, efectivamente, esta gira es evidentemente rock, con una banda áspera, pétrea, robusta y contundente. Supongamos que el bueno del señor González ha conseguido al fin algo parecido a los Heartbreakers de Tom Petty, venga, digámoslo, una vía contundente de que su mensaje atrone duro en tu centro de gravedad permanente por cuestiones tan sónicas como líricas. [FOTOS DE PATRICIA CANO]
Pero a ver, mi mierda no es lo importante. La cosa es que sonaron las novicias 'La Fábrica', 'Parece Mentira', '¿Dónde está el dinero?' y 'Viejos capos', en plan este es mi nuevo álbum y está bien, ¿vale? Pero la gente lo quería a medias, pues rápidamente se notó la diferencia con 'Restos de stock', 'Caminando en círculos' y 'Cuando estés en vena'. De nuevo vuelta a lo nuevo con 'Delantera mítica', solo un atajo para llegar hasta las siempre emotivas 'Torres de Manhattan'. 'No encuentro a Samuel' sonó después ya con la sala llena, algo que costó más de lo previsto por culpa de la hora de inicio, ocho y media de la tarde en un viernes soleado de mayo, algo que el personal sencillamente no es capaz de comprender.
Pero al final se petó y el gentío cantó, sintió y bailó 'Pájaros Mojados', 'Hasta que todo encaje' o 'La ciudad del viento'. También tuvo su momento '¿Es tu amor en vano?', la versión del 'Is your Love in vain?' de Bob Dylan que cierra su más reciente referencia discográfica. Ya con el público en el bolsillo y con Zahara como artista invitada, sonaron 'La luna debajo del brazo' y 'Las chicas son magníficas'. Con una sonrisa de oreja a oreja, sin duda sabedor de que la partida estaba ya ganada, el músico madrileño atacó las siempre certeras 'Kamikazes enamorados', 'Miss camiseta mojada' y 'Hotel Los Angeles', dando por finiquitado un recital colmado de guitarras guapas, hasta tres Fender Telescaster como la mía a la vez, que todavía tenía algo que decir en los bises.
Fue precisamente 'Tenía que decírtelo' la canción que abrió la última andanada, seguida de la intensidad de 'Salitre 48' y 'Dallas-Memphis' con la colaboración de su querido César Pop. Ese canto a las camareras solitarias que es 'Su día libre', seguido de los tediosos líos de 'Vidas Cruzadas', coronaron dos horas de concierto que acabaron en un karaoke comunal gracias a 'Los conserjes de la noche', con canillas temblando y dolores sacamuelas solventados gracias al líquido elemento de excesiva graduación. No es que sea la única solución, pero caramba, es certera de pelotas pasajeramente.
Tengo que alegrarme de alguna manera, de alguna manera tendré que alegrarme, y por eso valoro positivamente que no sonara 'Pequeño rock n' roll' porque, total, ya la tengo a ella a mi lado proporcionándome vida en todas sus diversas formas. Para cuando la música cesó ya no solo solo sonreía el del micrófono, incluso el más temeroso de los concurrentes era capaz de sentir la dichosa sanación del rock, con heridas callosas y esperanza por lo que tendrá que llegar. Cosas de las celebraciones colectivas con final triste pero feliz. Porque ¿sabéis qué? Nadie podrá con nosotros. Y nosotros somos todos. El puto rock que mueve mi mundo y nos mantiene vivos. Vamos a golear, ¡caramba!