El origen de la quiromancia se pierde en la noche de los tiempos, es tan antigua como la existencia del hombre en la tierra. Pueblos ancestrales la tenían como una de sus prácticas habituales quienes le atribuían un origen divino.
La quiromancia es una especie de programación que traemos en las manos desde antes de nacer, y su origen es enteramente kármico. Varios científicos a tratado de explicar el origen de este tipo de influencias que nuestras manos reflejan.
Hay que diferenciar entre quiromancia y quirología. La primera se refiere a la adivinación del futuro por las líneas de la mano. En cambio lo segundo comprende el estudio del carácter, personalidad y muchas facetas más. Y aunque en esta última hay que resaltar la importante faceta científica que contiene, hay que aclarar que no todo el mundo es apto para ejercerla.
El destino del hombre no está reflejado solamente en las manos, en otras partes de la persona hay indicios de donde se pueden sacar datos muy interesantes.
El mapa de las manos
La palabra quiromancia llega a nosotros a través del pueblo griego. El término ‘quiromancia’ proviene de las palabras griegas quiros (palma de la mano) y mancia (adivinación). El primer indicio que tenemos de la quiromancia en Europa es un libro sobre el estudio de las manos que Aristóteles encontró en Egipto, encima de un altar dedicado al dios Hermes. Según se dice, la obra estaba escrita en árabe y en letras de oro.
Aristóteles regaló ese libro a Alejandro Magno, quien mandó realizar su traducción al latín para que pudieran conocerlo los eruditos europeos. De este modo, la lectura de la mano se extendió rápidamente por todo el mundo como una importante disciplina de estudio.
De la misma época, se han encontrado escritos relacionados con el estudio de la mano en la India y en China, culturas que siguen siendo fieles a esta antigua tradición. Otros documentos encontrados en América Latina son posteriores al descubrimiento del continente americano. Sin embargo, se sabe que tanto los aztecas como los incas fueron grandes estudiosos de la palma de la mano.
Se pueden encontrar elementos aislados referentes a esta tradición en casi todas las culturas y continentes, pero no es hasta mediados del siglo XX y principios del siglo XXI cuando se puede comprobar científicamente la autenticidad de la lectura de las manos.
Durante el siglo XVII, la quiromancia tuvo un gran prestigio y respeto académico, hasta el punto que llegó a formar parte de los planes de estudio en prestigiosas universidades alemanas. Sin embargo , en otros lugares de Europa pasaba todo lo contrario como por ejemplo en Inglaterra que lo asociaban a la brujería. Aún así, la Quiromancia siguió su propagación, lográndose estudiar más a fondo la morfología de la mano, se le concedió más importancia a los dedos de las manos, se estableció una distinción entre la mano izquierda y la derecha. Se acordó , que la mano izquierda tenía impreso el destino que las estrellas otorgaban a la persona en el momento de nacer; que los pliegues y los músculos de las manos eran las representaciones de las cualidades físicas, psíquicas y espirituales de la persona. Se diseñó un mapa de la mano que se hizo clásico y que, con algunas variantes, siguen y consultan todos los quiromantes del mundo.
El astrólogo inglés Richard Saunders, autor de ” Physiognomie and Chiromancie, Metoposcopie” (1653), dice ” que muchos grandes hombres famosos han amado y respetado esta ciencia o mancia y se han servido de ella” y cita a hebreos, caldeos, árabes, hindúes, latinos, Italianos, entre grandes investigadores de esta elevada filosofía en la antigüedad”.
Coincidencias
En 1945, en Alemania, un obrero de la construcción tuvo un accidente que le causó un traumatismo cráneo-encefálico, lo que provocó que las líneas de sus manos se borraran. Más tarde, conforme fue tomando otra vez conciencia, las líneas se le volvieron a marcar.
En el año 2001, en el Hospital Place d’Arsonval de Lyon (Francia), a un paciente le trasplantaron las dos manos, que había perdido en un accidente. A partir del trasplante comenzó a corregirse la zona del cerebro que controla esta parte del cuerpo, comprobándose a través de varios encefalogramas que en esa zona del cerebro hubo un antes y un después de la operación. Su funcionamiento comenzó a cambiar en la medida que su cuerpo aceptaba sus nuevas manos.
Para mayor sorpresa, los médicos también pudieron observar cómo las líneas de sus manos variaban con la evolución, adaptándose a su nuevo propietario. Estos sucesos permitieron comprobar que las manos se marcan por impulso cerebral nervioso, que entre cerebro y mano existe una estrecha relación.
De hecho, la antropología clásica nos dice que el cerebro no hubiera llegado a evolucionar tanto si no hubiésemos tenido como herramienta la mano. Mano y cerebro han provocado en el hombre un desarrollo que le ha llevado a ser el ser más civilizado del planeta.
La comunidad científica
La medicina distingue entre dos tipos de pliegues cutáneos en las manos y pies. Los llamados dermatoglifos se forman por el alineamiento de los poros de las glándulas sudoríparas (por ejemplo, las llamadas huellas dactilares). Los pliegues de flexión son más profundos y se originan en la piel adyacente a las articulaciones. Todas ellas cumplen la función de aumentar la adherencia de estas partes, por lo que también se presentan en la cola de algunos primates.
Se ha detectado la capacidad de algunas enfermedades de alterar la forma y disposición de estas líneas durante el desarrollo fetal, pero los estudios realizados hasta el momento no demuestran ninguna efectividad en cuanto a la predicción del futuro.
En concreto, un estudio realizado por varios doctores del Departamento de Genética de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (Porto Alegre, Brasil) entre varios profesionales de la quiromancia y lectura de manos, dio como resultado que, estadísticamente, su capacidad de predecir una muerte temprana no supera a la puramente aleatoria de tirar una moneda al aire.
Con todo, y dejando clara esta indemostrable capacidad de predicción a través de la quiromancia, no parece ilógico atribuir a estas marcas personales una cierta capacidad de expresión de las condiciones psicológicas, el carácter, de cada persona. Por ello, la comunidad científica admite, aún con muchas reservas, parte de fundamento en la Quirología, pero desautoriza por completo la Quiromancia y la posibilidad de conocer el futuro a través de leer la mano.
Únicas y diferentes
En 1823, John Evangelist Purkinje, un catedrático de anatomía de la Universidad de Breslau, publicó una tesis en la que se mencionaba que había 9 tipos de formas de huellas dactilares, pero no hizo ninguna mención de que pudieran usarse para identificar individuos. Fue Sir William Hershel, en 1856, quien empezó a usar las huellas digitales para validar contratos. Su idea era la de que los comerciantes nativos pusieran la huella de su mano derecha detrás del papel del contrato, para evitar que alegaran que la firma no era suya.
Sin embargo, la primera persona que estudió las huellas dactilares como algo distintivo de cada individuo fue el antropólogo inglés Francis Galton, que en 1892 publicó sus conclusiones en el libro Huellas Dactilares. En este libro propuso 40 rasgos característicos para la clasificación de huellas dactilares.
Para ello, determinó la parte de área de huella que permitiera poder identificar correctamente su patrón en el 50 % de los casos. Combinando esto con el número de áreas que comprendían una huella típica, Galton calculó que las huellas eran suficientemente diferentes entre sí como para que las hiciera coincidir por casualidad la probabilidad de 1 entre 64 billones.
Esa cifra supera a la población mundial con creces, así que Galton concluyó que las huellas dactilares son únicas. Si bien el experimento de Galton para certificar esto fue de veras muy falible (sólo usó 100 huellas) se dio como un hecho infalible.
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