Acabo de ver esta foto en Facebook:
Con la noticia de que BIG + Zaha Hadid reinterpretan la silla serie 7 de Jacobsen.
El titular resumido en Facebook decía eso, y yo he entendido que esa imagen que acabo de poner se debía al diseño de BIG y de Zaha Hadid trabajando en oscuro contubernio contra el bueno de Arne Jacobsen.
Y he gritado automáticamente: "¡QUITAD VUESTRAS SUCIAS MANOS DE JACOBSEN!"
(No obstante, como diré ahora, a pesar de mi grito he notado algo en esa silla que me ha hecho concebir el comentario en mi blog).
He clicado en la noticia y ya el titular era más claro: Bjarke Ingels, Zaha Hadid y otros reinterpretan la silla Serie 7 de Jacobsen. Siete arquitectos, siete sillas serie siete. ¡Qué ingeniosos! Cada uno una. Las he mirado todas, y me ha parecido el típico juego de fin de curso o del cumpleaños de la Madre Superiora. Como os he puesto el enlace me ahorro colgar todas las fotos. Las podéis mirar tranquilamente. Tan sólo digo que es un poco forzado pedirle un chiste a un cómico distraído o cansado. A veces no salen. Casi nunca salen bien en esas condiciones. Se saca uno una bromita de la chistera de un becario y a correr.
Asunto terminado.
No obstante, la que yo creía fruto de una colaboración extraordinaria de BI&ZH (y que en realidad es obra sólo del primero) sí me suscita un comentario. A ver si sé expresarme con claridad y no ser demasiado pesado.
Partamos de la silla original de Jacobsen. La silla Serie 7. Según parece, la silla más vendida de la historia:
Un objeto muy bello, pero, sobre todo, una silla cómoda y ligera, y con una propiedad fundamental y característica: Es apilable.
Que nos lo digan a los de mi banda, la de veces que hemos tenido que bregar con ellas llevándolas de allá para acá, subiéndolas y bajándolas de la furgoneta. Son estupendas.
Bueno, pues el diseño que ha hecho BIG toma postmodernamente el rábano por las hojas y convierte una cualidad funcional (la "apilabilidad" de las sillas) en un icono. Convierte el "significado" de la silla (su cualidad funcional) en "significante" (su aspecto), y rompe así el signo. Es una fisión semántica de libro (de libro de Eco).
Este gesto travieso, de broma, es una carga de profundidad contra la "modernidad" (entendida esta como se quiera), contra los conceptos "estructurados" de forma y función, de economía y uso. Todo eso queda destruido, todos los principios se van al suelo, al basurero, a la porra.
Y, sin embargo, por eso mismo, es una silla interesante en lo que tiene de retrato de nuestro tiempo y de nuestro mundo. (Prefiero que estos trucos se hagan con una silla que con un rascacielos). Es una operación mucho más sofisticada de lo que parece, que muestra la complejidad de la imagen post-moderna, el menos es menos, y la imposibilidad de volver a pensar las operaciones de diseño con mirada limpia, con pureza virginal y con inteligencia designativa. No: Estas operaciones han quedado convertidas en una hoguera de vanidades, en un chiste para expertos y en un cóctel explosivo y, como los actuales gin-tonics, lleno de demasiadas cosas. Más es más. Y, sobre todo, no está sólo lleno de cosas materiales, sino, sobre todo, de alusiones, connotaciones, referencias, burlas, guiños de ojo y codazos de enterados. (Guiño-guiño-codazo-codazo-yatúmentiendes-yatúsabes).
Por cierto: La foto que he puesto al principio, la que han elegido como la mejor (aunque no lo digan) para representar a los siete cachondos, está tomada desde un punto de vista que ofrece una perspectiva muy afortunada. Otras imágenes de la misma silla son bastante peores, aunque nos enseñan mejor cómo está hecha. (Son peores precisamente porque nos enseñan cómo está hecha, porque nos muestran una verdad, la de su construcción, dentro de la gran mentira del festival).
Estas últimas imágenes nos desaniman un poco. Las patitas parecen muy endebles, inmediatas y torpes. Pero, sobre todo, en esta imagen hasta parece una silla para sentarse. Y eso sí que no. ESO NO. Para sentarme me quedo con la de Jacobsen.
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