Ya le ha tocado al hijo así que hoy es el turno del padre. Según la fecha que aparece en las primeras páginas, 18 de diciembre de 2004, este libro lleva en mis estanterías unos seis años. Compré Sin máscara tras haber leído otras obras de Alfredo Gómez Cerdá. Con autores como él sé que no me voy a arrepentir de romper la hucha.
En este caso, conocí la historia de Roberto un adolescente destinado a cumplir el deseo de su familia, especialmente de su abuelo: llegar a ser un gran músico. Concentrado en ello a más no poder, un día, un simple mensaje escrito en una mesa del instituto supondrá el inicio de una bonita amistad y puede que de algo más.
Luna será la co-protagonista de la trama, su interlocutora, una muchacha de grandes y bonitos ojos que traerá nuevos aires a la vida del chico. Los amigos de ella, Mocolindo, Sebi y Calzonga, también pondrán su granito de arena para cambiar la vida del joven.
Él pertenece a una clase social alta mientras que ella y sus compañeros de batalla viven en una de las zonas más marginales de Madrid. Vida "fácil" para uno, vida "difícil" para otros.
A estos jóvenes, aparentemente sin nada en común, les unirá para siempre el robo de una moto.
Sin máscara se mostrarán los personajes principales mientras que los que les rodean se refugiarán en la hipocresía para ir saliendo del paso. Hay un dicho que reza "cuando creas conocerme, solo me habré presentado". Roberto se dará cuenta de que no todo lo que reluce a su alrededor es oro.
Gómez Cerdá nos presenta una obra fresca sobre la amistad, el amor, la sinceridad, el mundo complejo de las drogas, los prejuicios sociales y la mentira. Me gustó, aunque ya lo habréis adivinado. Espero poder pronto traeros más obras de él. De momento, tengo ganas de leer "Barro de Medellín", por la que recibió el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2009 y que ya he regalado pero que aún no he podido catar. ¡Saludos grandes devorador@s!