Y quizá anoche decidierassalir a la calle a limpiarte el asco
de los días de erizada impunidad.
Sacar la miseria a pasear por la playa
a ver si con suerte le daba por ahogarse.
Quizá anoche anduviste sola y rota
por esquinas vidriosas inmutables
midiendo con asombro el grado ascendente
de crueldad humana y su gratuidad.
Cansada de todo, hasta de mis palabras,
cuyas buenas intenciones no les impiden
naufragar con humillante torpeza
ante la roca milenaria de tu dolor.
Quizá anoche te decidiste por entrar
al recital de aquel poeta mojabragas.
Al fin y al cabo, y en comparación,
su poesía cumple una función primordial
y notablemente más hermosa que la mía.
Y quizá —solo quizá— permitiste que él
o algún otro, te cogiera del talle
y derramara deliciosas mentiras en tu oído
y bobas promesas con evidente
fecha de caducidad inminente.
Y quizá pensaras que más vale mal acompañada
al menos esta noche para variar.
Y ante la virulencia de resaca que el día arroja
sobre tu cama desecha de veranos
sin arrepentimiento te dirás que no,
que siempre es mejor jodidamente sola
que ya es demasiado gruesa la lista de imbéciles
que pasaron por tu vida.
Como un ejército sombrío de moscas cropófagas
confundiendo tu belleza con su estercolero.
Y quizá esta mañana
saliste desnuda a tu diminuta ventana,
mientras él se vestía y se marchaba,
y al otear el horizonte y a lo lejos las montañas
me divisaste escalando con cómica incompetencia
para intentar saludarte desde la cima.
Y quizá sonreíste, sí, quizá sonreíste
¿sabes?
con eso a veces basta.
Con eso a mí me basta.
