Bosnia, julio de 1995. Los habitantes de la pequeña ciudad de Srebrenica se ven obligados a dejar sus casas. El ejército serbio se acerca y aunque las Naciones Unidas ha prometido que tienen prohibida su entrada, no parece que ni el aviso de bombas les vaya a detener.
Esta es una de esa películas que no se olvidan fácilmente. Tiene el ritmo adecuado para generar una terrible tensión en el espectador. Y es que lo vamos viendo en la pantalla son los pasos hacia una matanza.
La película es muy humana, centrándose en el terror de los habitantes de Srebrenica. Miedo a la vida mientras sufren un trato inhumando, sí, también por parte de las Naciones Unidas que les deja desamparados.
Sin muertos visibles, siempre las muertes fuera de cámara, pero muy presentes, la historia sigue, cámara en mano en muchas ocasiones, a Aida, una traductora del campamento de las Naciones Unidas y sus intentos por intentar salvar a su familia de un macabro destino.
Desgarradora y también el epílogo final, la vuelta al hogar y la continuación de la vida...